Santiago Villarreal Cuéllar
¿Alguna vez recuerdas esos maravillosos momentos
cuando su mamá o papá participó en juegos contigo? Esas huellas nunca se
borrarán de nuestro cerebro, excepto si llegas a sufrir de amnesia cerebral,
demencia senil u otra patología mental que destruya las neuronas de la memoria.
Pero también recuerdas como si fuera hoy los castigos físicos y psicológicos
que recibiste de sus progenitores. Son dos polos opuestos que siempre estarán
presentes en nuestro recuerdo. Por esa razón siempre debemos procurar dar a
nuestros hijos lo mejor. Lo más importante para la formación de un infante
desde sus primeros meses y años de vida, es brindarles un buen ejemplo. Si
gritas, entras en terrible ira, maldices, eres agresivo y violento, expresas un
lenguaje vulgar, escucha música arrabalera no apta para menores, consumes
bebidas alcohólicas, fumas y eres adicto a drogas psicotrópicas, no puedes
esperar que sus hijos sean distintos a lo que vieron en sus primeros años de
infancia. Todos esos sucesos quedan plasmados en las neuronas cerebrales y el
futuro adulto las repetirá durante el resto de su vida. Y después preguntas:
¿Por qué mi hijo es delincuente, borracho, grosero, impertinente y no obedece? Haga
un ejercicio de retrospección de su vida y observe el comportamiento de sus
hijos mayores, y verás que gran parte de sus comportamientos fueron heredados
de lo que recibió en su hogar.
Si tiene hijos pequeños, de meses o añitos,
dedica parte de su tiempo para participar de sus juegos. Con los juegos que los
niños le guste no con lo que usted desea. Si sus niños juegan con carritos,
participe con ellos; no le dé pena, porque esa terapia no solo se realiza para
complacer a los pequeños sino que le sirve a usted de terapia para volver a ser
niño por un rato. ¡Disfrútelo! Son dos placeres: complacer a sus hijos y
regresar al pasado maravilloso de su propia infancia. Cuando sus hijos sean
adultos, nunca olvidarán estos momentos tan dulces.
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