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6/07/2016

Paros campesinos, promesas y mentiras


Santiago Villarreal Cuéllar

“Uno sabe cómo empiezan estos paros, pero no cómo terminan,” dijo cínicamente el ministro de agricultura Aurelio Iragorri Valencia, refiriéndose al paro campesino, indígena y afro-descendiente. Quizá este funcionario representa a las familias que más responsabilidad histórica tiene con las desigualdades agrarias y sociales del departamento del Cauca, de donde es oriundo. Porque toda la culpa de vivir este ciclo permanente de paros agrarios, lo tienen los gobiernos que históricamente han detentado el poder, protegiendo los 2.300 hombres, entre ellos este ministro, poseedores del 53% de las tierras aprovechables del país, mientras el resto del campesinado vive en minifundios ubicados en zonas montañosas, cuyos suelos ácidos debido al contenido de aluminio cuestan tres veces más ponerlos a producir, en cuyas regiones no hay carreteras dignas, agua potable y en muchas no llega electricidad. Estos agricultores todavía siembran con estaca y se guían por el mito de los ciclos lunares. Para ellos la tecnología no existe y tardará muchos años en llegar. A esto se suman tres verdugos que por décadas persiguen a los humildes e indefensos labriegos: los grupos para-militares y guerrilleros que los ha despojado, desplazado, chantajeado, extorsionado y asesinado por apoderarse de sus tierras, además de obligarlos a participar en paros cada que se les antoja. Y el estado que los maltrata psicológica y físicamente, asesinando a muchos en cada jornada de paro. Estos sí son verdaderos héroes de una patria voraz que se traga a sus propios hijos por el hecho de ser humildes y trabajadores.

Otro ciclo kármico que repite el campesinado colombiano es su memoria nebulosa que olvida rápidamente lo que ocurrió ayer. Hace tres años fue reprimido cruelmente durante los paros cafeteros, pero un año después hicieron fila para votar por los mismos politiqueros que han impedido realizar las grandes reformas estructurales que necesita el país para cambiar su desgracia. Eligieron a los mimos diputados, representantes, senadores, concejales, alcaldes y gobernadores disfrazados como los camaleones en distintos partidos, para hacer lo mismo y no cambiar nada. Porque el principal cáncer que hoy corroe a Colombia es la corrupción de la clase política, que ha permeado todas las esferas del poder.


En distintos escritos, foros y escenarios donde he tenido la oportunidad de exponer mis ideas, he dicho que la solución al problema agrario en nuestro país se logrará cuando se haga una reforma agraria estructural, donde el estado subsidie la tecnología agrícola y pecuaria, los insumos y semillas; seguro de cosechas, cadena de comercialización y muchas otras ayudas. Mientras esto no suceda continuaremos repitiendo el ciclo de paros, promesas y mentiras              

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