Santiago Villarreal Cuéllar
La llamada mesa de unidad democrática de
Venezuela tiene de todo menos de unidad; es una verdadera colcha de retazos
ideológicos y contradicciones. Si bien se pusieron de acuerdo el año pasado
para inscribir listas unificadas para la asamblea nacional, después de lograr
la mayoría de escaños en esa corporación se han crecido como la espuma. Los
egos personales han saltado por las cumbres y hoy nadie obedece a nadie.
Existen unas claras tendencias políticas
llenas de ambiciones personales pero sin ningún rumbo o propuesta de gobierno
que genere credibilidad en la población venezolana que no confía en los viejos
partidarios de la cuarta república.
Ahora existen varios aspirantes a la
presidencia de la república, que de haber elecciones se convertirían en verdaderos
caníbales y se destruirían unos con otros. Enrique Capriles tiene sus propias
aspiraciones, pero no comulga con María Corina Machado que lidera un ala
radical dentro del escenario político opositor. Esta última es partidaria,
según informes de sus propios correligionarios, de formar grupos armados, o
milicias armadas (para-militares) para hacer una oposición más fuerte según sus
seguidores. Incluso dicen sus más cercanos asesores que María Corina posee
fotografías tomadas en Colombia, donde supuestamente ella aparece vestida con
uniforme de camuflado y portando un fusil, junto con presuntos para-militares
colombianos que brindan entrenamiento a ciertos sectores venezolanos. Por su
parte, Henry Ramos Allup, actual presidente de la asamblea nacional y viejo
dirigente de acción democrática, también aspira a ser presidente del país y no
concuerda, ni con Enrique Capriles, ni con María Corina Machado, ni mucho menos
con Lilian Tintori, esposa de Leopoldo López y a quien también se le subieron
las ínfulas y aspira a la presidencia de la república.
En este orden de cosas, la oposición de
Venezuela se ha convertido en una olla hirviendo donde cada uno hecha de todo a
la misma, pero cuando esté listo el hervido, todos se pelearán para sacar su
parte de lo que arrojaron a la misma, y mucho más.
Si la pelea es por el poder, sin tenerlo
todavía, esa mesa de unidad no sabe qué es realmente lo que harán con el país
en la quimérica posibilidad de llegar a gobernar. No poseen un programa
concreto para sacar de la crisis a la nación; no tienen un discurso
ideológico-doctrinario convincente que oriente de verdad al venezolano
desprevenido y no cuentan con las calidades intelectuales, ni éticas que
inspiren confianza en un electorado que votó por ellos en diciembre del año
pasado, más como una advertencia al régimen de Nicolás Maduro, que por un
verdadero deseo de cambio, porque esa oposición no ofrece una verdadera opción
de cambio al país. Solo desean el poder y nada más que eso. Pero nadie sabe a
ciencia cierta, qué harán con ese poder de llegar atenerlo.
0 comentarios:
Publicar un comentario