Santiago Villarreal Cuéllar
Me parece como si fuera hoy cuando Floralba Núñez, en compañía de José, su camarógrafo, me hizo una entrevista en mi apartamento para un medio en el cual laboraba; de eso hace más de tres años.
Floresita era una mujer dinámica, laboriosa, honesta; le gustaba su oficio y lo hacía con responsabilidad, con objetividad, y con honestidad.
Uno no entiende porqué una mujer joven, bonita, trabajadora, con grandes metas para su vida, termine dejando sus proyectos de forma trágica.
Un sicario, o dos, segaron una vida; apagaron una antorcha del periodismo; silenciaron una voz que se oía por las ondas radiales; borraron de cuajo una imagen que salía por la televisión; destrozaron una familia; y nos llenaron de dolor a miles de laboyanos.
Horroroso crimen, como todos los crímenes, donde una vida humana es suprimida sin contemplación. Terrible situación para una tierra como nuestro valle de Laboyos, que ha tenido la desgracia de ver asesinar a dos periodistas en los últimos 20 años; el primero, Nelson Carvajal Carvajal; y ahora Flor Alba Núñez, un ángel del periodismo.
El reprochable y abominable crimen ocurrió antes del medio día del luctuoso jueves 10 de septiembre de 2015, cuando la periodista ingresaba a la Emisora La Preferida, donde emitía un radio-noticiero.
Mi más enérgica protesta ante este macabro acontecimiento; y un llamado respetuoso a las autoridades para que este lamentable hecho no quede, como muchos otros, en la impunidad; mis sentimientos de pesar a su familia; y mi llamado a los demás comunicadores y periodistas a continuar este oficio sin temor; el miedo es más peligroso que los mismos sicarios.
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