Santiago Villarreal Cuéllar
Desde el inicio de los diálogos de paz del
gobierno con la guerrilla de las farc, apoyé incondicionalmente este proceso,
en mi condición de humanista y como defensor de los derechos humanos; también,
y a diferencia de millones de colombianos, he sido optimista de sus resultados;
criticado por muchos, unos debido al escepticismo, otros porque son contrarios
a las negociaciones y partidarios de la guerra. Los colombianos nacidos después
de la década de los años cuarenta del siglo pasado no conocemos la paz, y por
esa razón durante tres generaciones nos hemos acostumbrado a convivir con la
violencia; y no solo a convivir con una guerra absurda, sino que las nuevas
generaciones no creen, y temen llegar a la paz.
Me complace muchísimo saber del inicio de
conversaciones con delegados del grupo guerrillero del E.L.N., con quienes es
absolutamente indispensable llegar a negociar la paz. También me complació ver
en la Habana a “Romania,” un curtido comandante de frente de las farc, lo mismo
que otros comandantes y sub-comandantes de frentes de esa misma guerrilla. La
presencia de estos nuevos negociadores indica que el proceso ha llegado a un
punto donde los acuerdos están muy cerca de firmarse. Es natural el malestar que
causó a muchas personas la presencia de estos señores en la mesa de
negociación, debido a que algunas de ellas han sido víctimas de estos grupos
guerrilleros. También es comprensible el rechazo de muchos ideólogos y
partidarios de la guerra, ver estos guerrilleros en la capital cubana. Todavía
se resisten a creer en una paz negociada, pero más que su incredulidad,
realmente sienten temor de perder un negocio que para muchos ha sido lucrativo,
como es la guerra. Tendrán que buscar otras fuentes de ingreso porque los días
de la paz están más cerca que nunca. Claro está que todavía falta recorrer un
pequeño trecho para llegar, y este punto de quiebre es sumamente peligroso pues
los partidarios de la guerra harán lo imposible para torpedear el final del
proceso. No faltarán los falsos positivos tratando de culpar la guerrilla de
los mismos. En el departamento del Huila se ha evidenciado que muchos carros
que fueron incinerados, atribuidos en principio a la guerrilla, ahora parece
que fue obra de sus propietarios para cobrar el seguro. La información salió de
un alto oficial del Ejército y no se trata de simple especulación. No obstante,
la voluntad del gobierno y de los alzados en armas es inquebrantable, y nada ni
nadie detendrá sus logros. Por eso creo firmemente que esta vez ganará la paz.
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