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2/07/2014

Las brujas chupan las personas


Santiago Villarreal Cuéllar
En las montañas de la cordillera oriental, donde el aroma de las flores silvestres acaricia con su perfume los moradores, y el canto de las aves despierta los labriegos, vive Roque, un curtido campesino, solitario, casi ermitaño; su humilde vivienda es una pequeña cabaña de madera, con pisos de tabla, cama rustica y colchón de paja; vive solo pues su mal humor nunca ha permitido que una compañera pueda convivir con él; así envejeció hasta llegar a los setenta años. Nunca ha sufrido enfermedades, ni conoce médico pues los resfríos los controla con agua hervida de mora, con cascaras de roble para purificar la sangre. De pronto, comenzó a observar chupones en algunos lugares de su cuerpo, como el pecho, brazos, piernas y sus nalgas. Al principio creyó que se trataba de problemas de su sangre y aumentó la dosis de cocimiento de corteza de roble, esta vez mesclada con hojas de nogal. Pero todo siguió igual, y diariamente su curtida piel mostraba chupones que con los días se tornaban morados y negros. Acudió a doña Casimira, una yerbatera de la zona, quien le indicó que se trataba de una bruja.
Según la leyenda, algunas brujas gustan succionar la sangre de las personas, con la que se alimentan. Durante la noche, mientras la víctima entra en sueño profundo, la bruja llega y se introduce en el dormitorio, y empieza su festín. Las personas que son chupadas por las brujas, comienzan a padecer anemia y si no se someten a tratamiento, pueden morir. Doña Casimira aconsejó a Roque, frotar todo su cuerpo con jengibre machacado, antes de irse a dormir. Parece que el olor fuerte de este tubérculo, impide que la bruja pueda llevar a cabo su cometido. El ajo macho también produce excelentes resultados.
Sin embargo, no todos los chupones son ocasionados por brujas. Cuando su esposo o esposa aparezca con chupones en el cuello, no eche la culpa a las brujas. Puede tratarse de otra patología que se llama infidelidad.





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