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1/15/2014

Murió otro genocida




Santiago Villarreal Cuéllar

“Y yo dirijo a nuestro gobierno esta súplica: dóblese, triplíquese la guardia en su tumba.” Esta frase tomada del libro Los Herederos de Stalin, del escritor ruso Evtusenko, víctima de la opresión del régimen stalinista, refleja el temor que inspiraba este genocida, aun después de muerto. La muerte del ex primer ministro israelí Ariel Sharón, otro genocida que lamentablemente no fue juzgado para que respondiera y fuera castigado por los crímenes de lesa humanidad, cometidos a lo largo de su carrera militar y política, también llama a pedir a gritos que se vigile su tumba para evitar su retorno. La historia de este personaje está manchada de sangre desde los inicios de su carrera. Perteneció a la logia masónica Estrella de Sión, una sociedad secreta que adora la muerte de los no judíos; para ellos el gentil, o persona no judía, debe morir degollado y desangrado; por tal razón, cuando asesinan a un ser humano mediante balazos, ahorcamiento, o bajo los dolorosos tormentos de la tortura, el cadáver debe degollarse para cumplir el rito de desangre. Así pensaba y actuaba este hombre que para su país y algunos gobiernos del mundo, principalmente el de los Estados Unidos, fue considerado un héroe. Pero para los defensores de los derechos humanos de todo el mundo, Sharón pasará a la historia como uno de los más crueles genocidas, sin la posibilidad de haber sido castigado por los delitos de lesa humanidad cometidos por él. 

Varios genocidas han muerto en el mundo sin haber sido judicializados. Son de ingrata recordación: Héctor Bienvenido Trujillo de República Dominicana; Anastasio Somoza de Nicaragua, Augusto Pinochet de Chile; Alfredo Stroessner del Paraguay; Gustavo Díaz Ordáz, ex presidente de México, responsable de la matanza y desaparición cientos de estudiantes en la noche del 02 de octubre de 1968; Idí Amín de Uganda; Carlos Andrés Pérez de Venezuela, responsable de los miles de muertos y desaparecidos en el llamado “caracazo,” ocurrido entre el 27 y 28 de febrero de 1989; Manuel Marulanda Vélez, alias “Tirofijo,” colombiano, fundador y jefe de las farc, y muchos ex presidentes colombianos, responsables de cientos de desapariciones forzadas y asesinatos sumarios, cometidos durante sus mandatos en la llamada lucha antisubversiva.

Las nuevas generaciones deben conocer la verdadera historia, esa que no se enseña en escuelas, colegios, universidades, ni la cuentan los medios masivos de comunicación; esa que tergiversa la verdad, donde algunos criminales son colocados como héroes, mientras tratan de ocultar sus crímenes y algunos luchadores por la defensa de los derechos humanos, son tildados de antipatriotas o hasta terroristas.    


        




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