Santiago
Villarreal Cuéllar
Biológicamente se considera virgen al hombre que posee el prepucio,
es decir, ese tejido de piel que cubre la parte superior del pene.
Cuando esa parte de piel es cortada, en un procedimiento que se llama
circuncisión, se pierde la virginidad masculina. Pero también se
puede perder la virginidad, cuando teniendo el prepucio, el pequeño
tejido de piel que ata a este con el glande, sufre rasgadura o
separación y el prepucio se puede remangar hacia atrás.
En el caso de Jesús de Nazaret, y aunque ninguno de los cuatro
evangelistas lo refiere, debió perder su virginidad desde el mismo
momento de su nacimiento, o 24 horas después. Veamos porqué: aunque
los cuatro evangelios coinciden que Jesús fue concebido por obra y
gracia del espíritu santo, María, su madre, pertenecía a familias
judías lo mismo que José, su esposo. Ellos, como todos los
habitantes de esa comarca, cumplían todos los preceptos consagrados
en los libros doctrinarios, como son: el Antiguo Testamento, la
Cábala Numeral Hebrea, la Tora y el Talmúd. Entre esos preceptos
está el de circuncidar a los niños de sexo masculino tan pronto
nacen, o mínimo 24 horas después. De manera que Jesús, el Mesías
salvador de la humanidad, fue circuncidado tan pronto vio la luz de
este mundo, y por tal razón perdió su virginidad.
La prueba reina que corrobora lo afirmado por mí, la posee la
Iglesia Católica Apostólica y Romana. Los reverendos padres,
obispos, cardenales y papas de esta Iglesia, han sido muy precavidos
y guardan todas las reliquias pertenecientes a Jesús; los clavos
oxidados con los que clavaron sus manos y pies en la cruz; el santo
sudario donde descansó su cadáver antes de resucitar; y para que se
sorprendan aquellos que no saben, en la ciudad de Roma existe una
Parroquia donde se venera el Santo Prepucio de Nuestro Señor
Jesucristo. Allí, en una urna muy fina de cristal de Baccarat,
guardan celosamente ese pequeño trozo de piel, arrancado del pene
de nuestro señor Jesucristo.
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