Santiago Villarreal Cuéllar
A principios
del mes de noviembre de 2013, el ministro de defensa y la alta cúpula del
Ejército colombiano, anunciaron la Operación Júpiter; diez mil hombres de las
brigadas móviles, con los más altos estándares de entrenamiento militar,
armados hasta los dientes, quienes más parecían al Rámbo de las películas, acompañados seguramente por agentes de la CIA,
la DEA y toda la asesoría del Pentágono, porque así ha quedado demostrado, que
en este país para perseguir y tener éxito en la lucha contra la guerrilla es
necesario el acompañamiento de ejércitos internacionales, (Estados Unidos,
Israel y Reino Unido).
Sin embargo,
casi dos meses después de semejante despliegue militar, costoso, y cuyo
objetivo principal era matar a Hernán Darío Velázquez Saldarriaga, alias “el
paisa,” comandante de la columna móvil Teófilo Forero de las farc, nada se ha
sabido; guardan los voceros militares, vergonzoso silencio ante el chasco y la
humillación de no encontrar a nadie, ni siquiera el rastro de los guerrilleros
de la Teófilo.
No obstante,
los operativos continúan en la cordillera Oriental, allanando humildes
viviendas sin orden judicial y maltratando de boca y psicológicamente a los
humildes moradores de esas agrestes zonas rurales, quienes debido a su extrema
pobreza se han visto obligados a colonizar las bravías selvas y empinadas
montañas para sobrevivir con sus familias; familias para las que no habrá feliz
año nuevo, porque el hambre, la miseria y ahora la represión de un ejército
agresivo los humilla e insulta porque ellos tampoco conocen nada del “paisa,” y
seguramente nunca lo han conocido.
Qué pasaría
entonces con esa columna móvil de las farc, que no se encuentran por ningún
lado, no obstante buscarlos hasta en las cuevas donde plácidamente descansan
guaras y culebras. Ni la CIA, ni la DEA, ni los grupos de mercenarios israelíes
que acompañan las tropas colombianas saben qué sucedió con esta guerrilla.
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