Santiago
Villarreal Cuéllar
La acción de tutela instaurada por comunidades indígenas que ordenó el
desmonte del comercial gubernamental que decía: “la coca es la mata que mata,”
fue un acierto. Hace miles de años, los aborígenes que pueblan la zona andina
de nuestro hermoso continente americano, utilizan la noble planta de coca para
suplir necesidades nutricionales. En las laderas de aquellas altas montañas,
las necesidades calóricas del cuerpo humano son más exigentes. Esas comunidades
consumen hojas de coca (mambe) y con ello complementan su dieta alimenticia.
En la década de los años cincuenta del siglo pasado, algunos laboratorios
europeos analizaron la hoja de coca. Descubrieron una cantidad de substancias
beneficiosas para la salud humana. Es rica en nutrientes, lo mismo que en
minerales y elementos proveedores de energía. Posee grandes cantidades de
dextrosa, substancia indispensable para la hidratación del cuerpo. Pero también
contiene el clorhidrato de cocaína, elemento utilizado en farmacéutica para
elaborar anestesias y analgésicos fuertes. Y allí radica el problema. Porque el
hombre llamado “civilizado,” convirtió dicha substancia en un poderoso
estimulante.
Las equivocadas políticas para combatir el consumo de substancias
alucinógenas y estimulantes, creó leyes que estigmatizaron la planta de coca,
en la mayoría de países del mundo. Pero no es la mata de coca la que mata a las
personas, sino el mal uso que de ella han hecho. Por el contrario. La hoja de
coca constituye una verdadera fuente de vida, si se utiliza de acuerdo a los
legados aborígenes.
El problema de la farmacodependencia, es un asunto que debe tratarse desde
el punto de vista sanitario. La compleja mente humana, posee muchos vacíos,
angustias, ansiedades y una gran falta de afecto. Cuando esas necesidades no
son suplidas con estímulos de otros humanos, el individuo se ve en la
obligación de recurrir a substancias estimulantes que llenen esos vacíos. Por
tal razón, en vano combatirán por medio de la represión el uso de narcóticos. Pero
mientras el humano exista sobre la tierra, siempre recurrirá a ellos.
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