Por: Santiago Villarreal Cuellar
Desde la década de los
sesenta del siglo pasado, los partidos políticos llamados progresistas de la cultura
occidental (liberales, izquierdas, verdes y ecologistas), empezaron a abogar
por la defensa de leyes que permitan a las mujeres abortar sin ninguna
restricción. Es verdad que la decisión de abortar le corresponde única y
exclusivamente a la mujer, que es la que concibe y gesta. Además, el respeto al
derecho fundamental al libre desarrollo de la personalidad humana, complementa
el libre albedrío en la mujer.
Pero, ¿es el derecho a
abortar un progreso de los postulados humanistas? Observemos la historia reciente:
en la era del nazismo en Alemania, el aborto fue permitido e incluso
obligatorio entre aquellas razas no arias (judíos, gitanos, armenios, eslavos),
y toda persona que no llenara los requisitos de tener tez blanca, ojos azules y
una estatura regular. Se aplicó con fines eminentemente racistas. De igual
forma, el régimen comunista de la Unión Soviética, legisló a favor del aborto
con plena libertad para quien quisiera hacerlo. Los fines: el control de
natalidad y en especial en mujeres privadas de la libertad. En los dos casos
podemos evidenciar que aquellos partidos de extrema izquierda y derecha, han
sido defensores del aborto sin ninguna limitación.
Pero veamos el caso de
algunos estados de los Estados Unidos, donde se permite el aborto. Generalmente
está dirigido mediante una propaganda mediática a las mujeres de raza negra o
latina, con el propósito de evitar la proliferación de estas razas en dichos
lugares. Nuevamente nos encontramos, que ese “libre derecho,” se otorga con
fines demográficos y racistas.
El Humanismo, como doctrina
y principio fundamental de todos los derechos de las personas, defiende el
Derecho a la Vida. Ese constituye el primer Derecho Fundamental, sin el cual
los demás derechos no tendrían razón de ser. Recordemos que la vida comienza
desde el mismo moment0 de la concepción de un ser humano. Desde allí se debe
defender. En Colombia está contemplado en el artículo 11 de la Constitución
Política y de ello ya existen sentencias. (Ver: C. 133 de marzo 17 de 1994,
emanada de la Corte Constitucional.).
Las legislaciones que
favorecen el derecho al aborto, son leyes que deshumanizan a las personas y
constituyen un retroceso en la defensa de los derechos humanos. De ninguna
manera es sinónimo de progreso social como lo quieren hacer creer sus
defensores. Cualquier argumento que se esgrima para destruir la vida humana,
carece de fundamento ético, de lógica y del principio natural a la vida.
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