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6/10/2011

LA VENGANZA CONTRA LOS MORENO ROJAS

La venganza contra los Moreno
Por Santiago Villarreal Cuellar
La rancia oligarquía colombiana, no le perdonan a Iván y Samuel Moreno Rojas el ser descendientes del general Gustavo Rojas Pinilla. Y para analizar porqué, es bueno revisar la Historia.
El 13 de junio se están cumpliendo 58 años, desde aquél sábado 13 de junio de 1953, cuando el general Gustavo Rojas Pinilla llegó en tenis hasta el Palacio de San Carlos, procedente de su finca en Melgar, atendiendo el llamado que le hiciera el presidente encargado Roberto Urdaneta Arbeláez, quien obedecía la orden impartida por el presidente titular Laureano Gómez Castro, que se encontraba enfermo, de llamar a calificar servicios al general. El país se encontraba convulsionado, vivía una guerra civil y el gobierno estaba completamente desprestigiado, pues lo acusaban de cometer los más atroces crímenes contra sus contradictores políticos. El general Rojas, aprovechando todo ese despelote y estimulado por el ex-presidente conservador Mariano Ospina Pérez, decidió desobedecer la orden de darlo de baja y mediante un golpe de cuartel se hizo con la presidencia de Colombia. No obstante, su gabinete fue netamente conservador, por lo que el historiador Abelardo Forero Benavidez dice en un libro, que se trató de un golpe conservador uniformado de verde oliva.
Pero el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla, no fue ni mucho menos conservador, sino que por el contrario, guiado por su hija María Eugenia, la madre de los Moreno, realizó uno de los gobiernos más sociales que la historia de Colombia registre. Congeló el precio de alimentos, combustibles, pasajes, subsidió el transporte urbano, inició una política de seguridad alimentaria en los sectores urbanos más deprimentes a través de una institución llamada SENDAS, llevando leche y comida gratis especialmente a los niños. Implementó las llamadas sala-cunas, que se constituyó en la antesala del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, creo el SENA, trajo la televisión en 1954 y muchas ayudas más para las clases menos favorecidas. Reivindicó los derechos de la mujer permitiendo el voto, fomentó la construcción de vivienda popular en las ciudades y la casa campesina en zonas rurales, creó dos bancos públicos, Ganadero y Cafetero, lo que disgustó al sector financiero que lo acusó de hacer competencia desleal. Construyó grandes obras de infraestructura, como el Aeropuerto el Dorado de Bogotá, la Calle 26, el Hospital Militar, el CAM y una cantidad de carreteras por todo el país. Además, inició la pacificación de la nación, otorgando amnistía a las guerrillas que se alzaron en armas contra el gobierno de Laureano Gómez.
Cuando los gobiernos se colocan del lado del pueblo desarrapado, entonces lo llaman populista y demagógico. Pronto el ex-presidente Ospina y el resto de la oligarquía colombiana, representada en los industriales, empresarios, la familia Santos dueños del diario El Tiempo y los Cano, propietarios de El Espectador, los medios de comunicación más poderosos en aquella época, y la Iglesia Católica encabezada por el cardenal Crisanto Luque Carulla, se dieron cuenta que el general no estaba gobernando al servicio de las elites, sino que se colocó al servicio de la turba. Semejante despropósito no se debía permitir y de inmediato comenzaron a organizar jornadas de protesta contra el gobierno, enarbolando las banderas de libertad y democracia.
Alberto Lleras Camargo, quien por entonces era Secretario General de la OEA, recibió órdenes de Washington para que pactara la paz con el líder del Partido Conservador en el exilio, el ex-presidente Laureano Gómez. Fue así, como el 24 de julio de 1956 se firmó el pacto de Benidorm en España, por el cual se acordó formar el llamado Frente Nacional, por el que los dos partidos tradicionales, Liberal y Conservador, se alternaban el poder por espacio de 16 años. La oligarquía inició un paro indefinido desde abril de 1957, sacando los trabajadores a la calle, pero remunerándoles su jornal y finalmente el general Rojas Pinilla declinó del poder el 10 de mayo del mismo año. De inmediato se hizo la famosa declaración de Sitges por la cual los dos partidos firmaron la paz y convocaron elecciones en 1958.
El general Rojas se asiló primero en República Dominicana y luego en España, mientras en Colombia se le adelantó un juicio en el Senado, el cual lo condenó privándolo de sus derechos políticos el 18 de marzo de 1959, los que se le levantaron mediante fallo de la Corte Suprema de Justicia el 18 de octubre de 1967. En la década de los sesenta, fundó la Alianza Nacional Popular ANAPO, la que colocó un gran número de parlamentarios en las elecciones de 1966 y en 1970 se presentó como candidato presidencial, en las que mediante un fraude le impidieron volver al poder.
La oligarquía no le perdonaba que se hubiera puesto del lado de las clases populares y no le sirviera a sus intereses mezquinos. Esa cruz la siguió cargando su hija María Eugenia Rojas, quien siguió liderando la ANAPO, pero fue declinando hasta desaparecer en la década de los ochenta. Sin embargo, en la década de los noventa, su hijo Samuel Moreno Rojas, fue elegido senador en 1994 por la Alianza Democrática y su hermano Iván fue electo alcalde de Bucaramanga y posteriormente senador. Junto con un grupo de diferentes tendencias de izquierda, fundaron el Polo Democrático Alternativo y en el año 2008 fue electo alcalde de Bogotá, cargo de segunda importancia después de la presidencia de la república. De allí a ser presidente, el paso era muy corto. Pero esa vieja oligarquía, que a diferencia de la mayoría de los colombianos que no se interesan sino por el futbol y las telenovelas, no se le olvida la historia del país, vio con preocupación el ascenso de los Moreno Rojas y rememoró en su subconsciente el fantasma del general Rojas. De inmediato idearon el plan perfecto: colocar la cáscara de la corrupción para desacreditar a esa familia, que aunque disfruta de los privilegios de la burguesía, nunca se alineó al servicio de los poderosos. Nadie mejor que los nuevos ricos, los Nule, para tender el puente perfecto y minar la conciencia del alcalde capitalino. Y desafortunadamente cayeron. El resto de la historia todavía no se ha escrito.
Esa es la venganza de esa burguesía criolla, egoísta, clasista, que se reparte el poder político entre sus familias, en la presidencia, el congreso, las altas cortes, los altos mandos de las fuerzas armadas, la jerarquía eclesiástica, pero que no permite que quienes se revelan contra el sistema, lleguen demasiado lejos. Y los derrotan, utilizando todas la formas de lucha.    
        
SANTIAGO VILLARREAL CUELLAR
http://nuevaera66.blogspot.com/


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