Santiago
Villareal Cuéllar
Hace
diez años Ecuador era un país inestable políticamente, inviable
económicamente. En los diez años anteriores hubo siete presidentes,
la mayoría de facto, pues el bravo pueblo ecuatoriano se resistió
pacíficamente a dejarse imponer el modelo económico neo-liberal que
esos gobiernos quisieron implementar. Saqueado por políticos
corruptos, manipulado por banqueros y empresarios inescrupulosos,
Ecuador se parecía a lo que hoy vive Colombia.
La
llegada del economista Rafael Correa, con su Revolución Ciudadana,
no solo truncó los aires neo-liberales en lo económico, sino que
estabilizó políticamente la nación. Nunca en la historia de este
país se ha visto tanto cambio favorable para el ser humano como en
este decenio, llamada con razón la década ganada. Del 2007 al 2017,
el Ecuador es un país moderno, saltando de unos bajísimos niveles
de vida a unas condiciones de ingreso percapita por habitante
similares a los de Chile o el Uruguay. Además,
se posicionó como el tercer país más equitativo de América
Latina.
Hoy,
el Ecuador tiene un sistema universal de salud gratuito y de
excelente calidad para todas las personas. De tener una salud
mercantilizada como la mayoría de países que conservan el modelo
neo-liberal, pasó a una salud humanizada donde los enfermos no se
mueren por falta de dinero para pagar este vital servicio. Una
educación gratuita hasta la universidad. Pero esa gratuidad es
integral: ningún costo en matrículas y pensiones, suministro de
útiles escolares, incluyendo alimentación, transporte, uniformes, y
zapatos. Una pensión universal para todos los mayores de sesenta
años y lo más importante: las personas con discapacidad física o
mental permanente reciben un salario mínimo mensual, además de ser
capacitados en escuelas y universidades para hacerlos seres útiles a
la sociedad.
Pero
si en la parte humana saltó al futuro, en materia de obras públicas
el progreso es fenomenal. En estos diez años pasó de ser importador
a exportador de energía eléctrica. Se construyeron miles de
kilómetros de modernas carreteras y mejoraron otro tanto las
existentes. Podemos decir que con Rafael Correa, Ecuador saltó al
futuro.
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