Santiago Villarreal Cuéllar
El bochornoso
escándalo que se volvió viral a nivel nacional por las desafortunadas frases
escritas en la cuenta personal del contratista de la Personería de Pitalito,
Jorge Mantilla, sumado a la estruendosa derrota electoral del sí, campaña
abanderada por el mandatario, puso al alcalde Miguel Antonio Rico en el ojo del
huracán. La prestigiosa cadena radial Blu Radio, desplegó la noticia donde el
burgomaestre solo atinó a decir que había ordenado revisar el contrato del lapidado
Mantilla. Lo curiosa actitud del alcalde se contradice con las afirmaciones
hechas semanas atrás, cuando frente a los escándalos por presunto
favorecimiento de contratos fue denunciada ante la Procuraduría Provincial la
directora del Instituto de Cultura, sumada a otras denuncias por presuntas
irregularidades en la posesión de algunos de sus principales colaboradores
(secretarios de despacho). En esa oportunidad el alcalde Rico afirmó que no
hacía caso a comentarios y que no pediría la renuncia de ninguno de los
sindicados porque creía en el debido proceso, que solo después de finalizadas
las investigaciones, sería el veredicto de las mismas las que determinaría la
toma de decisiones.
Pero cuando comenzaron
las redes sociales a difundir las frases del señor Mantilla, y la serie de
comentarios temerarios contra él, tanto la personera como el mandatario se
llenaron de pánico y pusieron el grito en el cielo. Contra el señor Jorge
Mantilla no se abrió ni existe ninguna investigación penal o disciplinaria. Por
el contrario, él de alguna manera asumió su responsabilidad y pidió disculpas. Sin
embargo, su jefa inmediata y el señor alcalde prescindieron de sus servicios.
El señor Mantilla no cometió dolo, pero oportunamente fue utilizado como
cortina de humo para tratar de empañar los demás escándalos contra otros
funcionarios de superior rango, esos sí graves algunos. Que falta de coherencia
la del señor alcalde de Pitalito, que mientras mima a algunos de sus
subalternos, no obstante presuntos lunares, a otros les da una patada en el
trasero tirándolos al pavimento.
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