Santiago Villarreal Cuéllar
Profundamente
extrañados están mis lectores del diario huilense La Nación, por la no
aparición de mis columnas de los martes. En los mensajes recibidos me interrogan
la razón de por qué no he vuelto a escribir. Debo decir que he enviado la
acostumbrada columna al mencionado diario pero no ha sido publicada. Claro que
no tienen ninguna obligación de hacerlo pues los diarios pueden prescindir de
sus colaboradores cuando a bien les parezca.
Sin embargo, debo
decir que este suceso ocurrió después de publicar una columna donde hice
algunas críticas al señor gobernador del Huila, Carlos Julio Gonzales Villa.
Pero no quisiera creer lo que algunas fuentes bien informadas y de forma
confidencial me manifestaron: que el mandatario se sintió muy ofendido cuando
leyó mi columna y seguramente influyó ante los propietarios del prestigioso
diario para que no continuara publicando mis escritos. Y digo que no quiero
creerlo porque no concibo la idea de que un hombre formado en la facultad de
ciencias sociales y humanas, que en el pasado cuando se desempeñó como
legislador presentó proyectos de ley de corte humanista, quiera hoy empañar su
imagen recurriendo a la censura oficial de prensa por el hecho de que un
humilde periodista, que contribuyó para que fuera elegido, critique su gestión.
De ser cierto, me
parece sumamente peligroso para un departamento como el Huila, que un
mandatario quiera jugar a ser dictadorzuelo, tratando de callar a quienes
hacemos reparos a su administración. Y digo que es peligroso porque quizá para
algunos comunicadores y periodistas parezca exagerada mi apreciación. Pero debo
decir que así empiezan aquellos personajes revestidos de algún poder cuando se
enojan porque la prensa no los elogia o recurren a la lisonja para granjearse
con ellos. Intentan sellar la boca de humildes periodistas y terminan censurando
grandes medios cuando estos no se arrodillan a sus intereses.
A mis queridos
lectores quiero manifestarles que si bien el diario La Nación me puede negar la
publicación de mis columnas, continuaré por este y otros medios, escribiendo y criticando
las actuaciones de los mandatarios locales y nacionales cuando así lo considere
pertinente. El señor gobernador del Huila no podrá censurarme ni impedir que
escriba y denuncie cuando tenga que hacerlo, a menos que recurra a otras formas
para callarme.
Y que sepa la
comunidad del Huila, que sepa el país y la comunidad internacional donde Nueva
Era tiene muchísimos lectores, que en esta provincia, ubicada al sur de
Colombia, no existen garantías para ejercer la libertad de prensa. Que aquí
cuando no se censura al periodismo libre, influyendo con el poder para callar
al periodista, lo mandan a asesinar como ocurrió en Pitalito con los
periodistas Nelson Cavajal Carvajal, y Flor Alba Núñez Guzmán.
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