Santiago Villarreal Cuéllar
El concepto de espiritualidad
es religioso pero se aplica a las ciencias sociales y sicológicas. Para los
creyentes la espiritualidad está ligada a la oración, meditación y sanación.
Para las ciencias sociales y humanas, específicamente para la sicología, el
espíritu está asociado a la mente. Una mente serena constituye un cerebro
calmado, en armonía y paz. Para los exoterístas significa la paz interior, es
decir, esa tranquilidad que se inspira desde lo más profundo de la consciencia
humana. Pero cualquiera sea el concepto que manejemos lo importante consiste en
que el perdón nacido desde la profundidad de la sinceridad hace que la persona
que lo prodiga sienta una paz interior y una tranquilidad mental.
Las personas que
guardan rencor, que no perdonan, que son incapaces de pedir una disculpa, son
seres por naturaleza amargados. Guardan en su interior, en su mente diríamos
desde la perspectiva sicológica, un gran peso, una carga. Se les atraganta ese
enorme sapo que no logran digerir. Por esa razón es tan importante la
comunicación, la necesidad de expresar nuestros sentimientos, sin pena, sin
miedo. Debemos tener suficiente valor para pedir excusas, disculparnos y
solicitar perdón cuando somos conscientes que hemos errado o cometimos una
falta. A veces no es fácil porque siempre creemos tener la razón y ofendemos
injustamente. Y aunque en el fondo sabemos que fuimos injustos muchas veces nos
sentimos incapaces de expresar ese sentimiento y pedir perdón.
Pero también es muy
importante perdonar. Así como constituye un deber pedir ese perdón cuando hemos
cometido faltas, también debemos prodigar ese perdón a quien injustamente nos
ha ofendido o cometido una arbitrariedad, por grave que esta sea. Cuando
perdonamos sinceramente sentimos un alivio, una tranquilidad, una paz interior.
El perdón nació del principio filosófico de la reflexión, el razonamiento y el
conocimiento del ser humano. Los humanos somos capaces de cometer muchos
errores, pero también poseemos la suficiente madurez mental para perdonar esos
errores. Perdonar reconforta la mente y el espíritu.
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