Santiago Villarreal Cuéllar
“Me marcho de
Inglaterra, antes que promulguen una ley que nos obligue ser homosexuales.” Dijo
un lord inglés a principios de la década del 2000, cuando se aprobó la ley que
legalizó el matrimonio igualitario en la nación europea. Por las redes sociales
hicieron circular en Colombia una supuesta cartilla donde enseña a los niños a
ser homosexuales y lesbianas. La reacción no se hizo esperar. La fanaticada
seudo-cristiana de todas las denominaciones, comenzaron a realizar misas,
exorcismos, cultos, sanaciones, marchas, protestas y plantones para escupir su
odio visceral a las minorías gay y lesbianas. La ministra de educación Gina
Parody, de reconocida tendencia lésbica, desmintió la existencia de dicha
cartilla pero el populacho enardecido no creyó y salió despavorido a calles, caminos,
carreteras y plazas, vistiendo camisetas blancas y portando globos del mismo
color, a manifestar su furia hacia la ministra “inmoral,” y contra el nuevo
peligro para la sociedad colombiana después de la guerrilla "castro-chavista:" la
comunidad homosexual y lesbiana.
A las marchas
salieron todos los padres de familia y muchas madres adictos al alcohol. Esos que
se emborrachan de seguido y protagonizan tremendos escándalos familiares, brindando
un pésimo ejemplo a sus hijos, maltratando su cónyuge de palabra y obra. También
la encabezaron pastores cuya mayoría les preocupa más el diezmo para lucrar sus
bolsillos insaciables, que el bienestar de las familias. Muchos sacerdotes
católicos pederastas, algunos homosexuales camuflados en los sagrados
ornamentos, acompañaron la marcha. ¿Cuántos de estos padres de familia son
bisexuales que se niegan a salir del closet? ¿Cuántos de estos no han violado
sus hijastras y hasta sus propias hijas? Pero era necesario cubrirse con el
manto de la hipocresía y salir a combatir la “inmoralidad.” Esas son las
paradojas de nuestro pueblo colombiano. Una sociedad que se dice cristiana,
pero está lejos de practicar las enseñanzas de Cristo incrustadas en los
evangelios. Lejos están estos fariseos de practicar el amor y la tolerancia por
el prójimo, que predicó Jesús.
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