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8/12/2016

Plebiscito por la paz y la estrategia de la derecha


Santiago Villarreal Cuéllar

Históricamente la derecha colombiana ha jugado con los procesos de paz. Ha constituido una valiosa estrategia para no hacer las reformas estructurales necesarias para sacar al país de la inequidad social. Colombia ocupa el segundo lugar en desigualdad en Latino-América, después de Honduras. Desde el frente nacional, modelo político recomendado por Washington finalizando la década del cincuenta del siglo pasado para Colombia (Pacto de Benidorm 1956) y Venezuela (Pacto de Punto Fijo 1958), los sucesivos gobiernos se empeñaron en derrotar la insurgencia armada mediante la represión militar, impidiendo el surgimiento de nuevas opciones democráticas progresistas y castrando cualquier reforma al establecimiento para cerrar un poco la brecha entre ricos y pobres. En la década de los ochenta comenzó la derecha representada en los dos partidos tradicionales (liberal-conservador), a poner en juego las cartas de la paz. En el gobierno de Belisario Betancur (1982-1986), se hicieron acercamientos con todos los grupos guerrilleros, pero no se llegó a ningún acuerdo. El gobierno de Virgilio Barco (1986-1990), reinicia la represión militar y fortalece los grupos para-militares creados en la administración anterior. Utiliza la guerra contra el narcotráfico para enrarecer más el ambiente y seguir aplazando las reformas. Durante el gobierno de Cesar Gaviria (1990-1994), se firma la paz con el M-19, Quintín Lame, E.P.L. y otros reductos guerrilleros. Se deriva la Constituyente, que si bien concibe un avance en los derechos fundamentales, deja de lado la reforma estructural y continúa favoreciendo los grandes conglomerados económicos. El gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002), juega nuevamente a la paz, mientras en los dos periodos de Álvaro Uribe (2002-2010), juega a la guerra. Juan Manuel Santos retomó la paz como caballito de batalla.  

A las puertas del plebiscito para votar por el sí o el no, la derecha decide dividir al país entre quienes desean estar de acuerdo, patrocinados por los partidos de la coalición, y aquellos que se inclinan por rechazar los acuerdos, liderados por el ex presidente Uribe. Tan pronto se conoció la postura oficial del ex mandatario, la firma Datexco publicó  una encuesta donde mayoritariamente favorece el no. El gobierno por su parte, para confundir más al electorado, y como si quisiera darle ventajas a los seguidores de Uribe, afirma que el plebiscito se votará sin la firma de los acuerdos. Esto me lleva a pensar que después de cuatro años de negociaciones y a las puertas de llegar a consolidarse el proceso de paz, el mismo gobierno, la misma derecha, maquiavélicamente pueden estar engañando al país para retrocedernos al tormentoso pasado de la guerra. Ojalá esté equivocado.             


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