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2/11/2016

Paz y reforma estructural


Santiago Villarreal Cuéllar

Avanza el proceso de paz con las farc, augurando un final feliz que traerá tranquilidad a los colombianos. De hecho desde el cese de fuego unilateral decretado por la guerrilla, nuestro país vive días y noches  armónicas, sin la zozobra de contemplar la muerte violenta en el recodo del camino. Hemos apoyado con optimismo este proceso y continuaremos haciéndolo hasta su culminación histórica.

Sin embargo, nos preocupa que a la par de esta negociación no comience el gobierno y el congreso a tramitar las reformas estructurales que desde años se han pospuesto por falta de voluntad política; y porque ese sector privilegiado que devenga el poder desde hace dos siglos, se niega a reconocer que no habrá paz duradera sino cede en sus ambiciones mezquinas. El país viene aplazando una reforma estructural al sistema de salud a sabiendas que es como una olla a presión a punto de estallar. La salud no debe seguir manejada con criterio mercantilista donde el intermediario se queda con los recursos mientras el usuario recibe una pésima prestación del servicio. Otra reforma que se aplaza y está a punto de colapsar es la judicial. Nadie cree en nuestro paquidérmica justicia, burocratizada, amañada e implacable solo con los pendejos. Un país sin un sistema judicial confiable es como un barco timoneado por un capitán borracho. La otra gran reforma, hoy casi olvidada y aplazada por décadas es la reforma agraria. Miles de hectáreas de tierras fértiles continúan en diferentes regiones del país en manos de terratenientes, sin dales el uso correspondiente; mientras cientos de miles de familias con clara vocación agrícola poseen minifundios de menos de una hectárea y en la mayoría de los casos son simples peones de los primeros. Esta reforma debe ser integral, no solo otorgando tierras, sino capital semilla, insumos y sistemas de riego que permitan devolver a Colombia esa despensa alimentaria de hace tres décadas. La reforma a la educación cada día se hace más indispensable. El sistema educativo de nuestro país es de los más atrasados del hemisferio, no obstante inyectarle gran parte del presupuesto nacional. También la educación la mercantilizaron y la pública es de pésima calidad; no por culpa del cuerpo docente cuya mayoría está muy bien capacitado, sino por el modelo educativo que no permite enseñar materias que preparen realmente al alumno para desafiar los inmensos retos del futuro.


La culminación de los diálogos y la desmovilización de la guerrilla la celebramos con júbilo, pero la paz no será duradera sino se hacen reformas que acaben la desigualdad social, causa de diferentes formas de violencia.          

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