Santiago Villarreal Cuéllar
Cuando muere un ser humano víctima de un atentado ocasionado por otro ser humano, conmueve las fibras más profundas de nuestro ser; algo, allá, en lo profundo de nuestra consciencia nos duele, nos conmueve, nos entristece, nos hace impotentes.
La horrorosa matanza de París el día viernes 13 de noviembre de 2015, constituye un acto demencial, absurdo, incomprensible. Mueren los inocentes, si es que alguien puede ser culpable de las crueldades humanas. ¿Porqué matar la gente del común? Solo los autores materiales, o a lo mejor solo los intelectuales del crimen saben la razón. ¿Razón? ¿Puede alguien tener razón para destruir una vida humana? Así es el hombre malvado; dispone de vidas y bienes.
Los autores dicen pertenecer al llamado Estado Islámico. ¿Y qué es el Estado Islámico? ¿Una entelequia, o acaso un demiurgo? ¿Una creación de cerebros malignos para personificar un enemigo invisible? ¿Quién y dónde se creó? ¿Acaso en las siniestras oficinas de la CIA como afirman algunos analistas? ¿O en los tenebrosos pasillos del MOSSAD? No lo sabemos, pero "ellos" sí saben.
¿Porqué París, si Francia no está combatiendo el Estado Islámico? ¿Alguien o varios desean que los franceses ingresen a hacer parte de esa guerra absurda? ¿La logia tenebrosa que crea enemigos invisibles (terrorismo) quiere involucrar a todas las naciones en su cruzada sangrienta? Posiblemente consigan el objetivo.
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