Santiago Villarreal Cuéllar
Nos correspondió nacer en un continente con grandes
desigualdades sociales; somos ricos en recursos naturales, producción agrícola,
pero manejado políticamente por élites que solo gobiernan para su beneficio,
dejando de lado la gran mayoría del pueblo marginado; que se defienda como
pueda, o que muera de hambre; de hecho Latino-América posee altos niveles de
desnutrición y aquellos humanos que llegan a la edad adulta, posee deficiencias
neurológicas y sus defensas orgánicas precarias; es la consecuencia de la
sub-alimentación, consumiendo harinas, por no poder comprar suficientes carnes
para aportar proteínas al organismo. Quienes nacimos en Colombia, nos
correspondió el cuarto país más desigual del mundo, y el segundo en
Latino-América. Aquí las élites económicas y gobernantes son, y continúan
siendo las más crueles del continente. Nuestro bello país posee grandes
recursos energéticos, agrícolas, pecuarios; una gran industria surgió después
de la década de los cincuenta, pero comenzó a declinar después de los noventa
debido a la apertura económica del gobierno de Cesar Gaviria, quien introdujo
plenamente el modelo económico neo-liberal. Y aun así, el recurso más grande de
nuestro país, somos los humanos; no obstante los altos niveles de desnutrición,
de analfabetismo, de sectores urbanos sin agua potable, alcantarillado y otros
servicios básicos; eso para no habar del sector rural, abandonado por la clase
política, donde el campesino sobrevive de milagro, gracias a su ingenio, a su
laboriosidad y su tenacidad. Tenemos que aceptar la triste realidad: somos un
país cuya mayoría de sus habitantes somos pobres económicamente; claro está que
dentro del espíritu metafísico que pretenden inculcar los motivadores pagados
por la élite, crean en la mente de muchos pobres, una mentalidad de ricos.
¿Pero cómo superar la pobreza individual y
colectiva? No existen fórmulas mágicas para salir de la pobreza; en Colombia
como en todas partes del mundo, solo la educación, los conocimientos adquiridos
en la academia y por la experiencia, hacen que el ser humano logre superar la
pobreza. Es necesario estudiar; y para ello no existe edad.
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