Santiago
Villarreal Cuéllar
El
cachorro simula copular sobre la pierna de su amo; también la cachorra masajea
su vagina sobre la misma extremidad; caballos estimulan su pene golpeándolo
sobre su abdomen, hasta llegar a eyacular; burros masturbándose sobre un
barranco; toros trepando encima de algún objeto, simulan copular y eyaculan;
aves de diferentes especies estimulan su sexualidad sobre objetos, u otras aves
diferentes a ellas; ballenas machos han sido filmadas simulando copular entre
ellos, en un acto claro de masturbación y homosexualismo.
El
onanismo o masturbación, tan condenada a lo largo de la historia de la cultura
occidental, atizada por las tres grandes corrientes religiosas monoteístas
(judaísmo, cristianismo, e islamismo), en los seres humanos, generalmente en el
género masculino pues se creía en aquella época que las mujeres no sentían
placer sexual, y mucho menos que llegaran a masturbarse, se creyó que era una
práctica exclusiva de los humanos. Pero la investigación científica realizada
por biólogos en diferentes partes del mundo, descubrió hace muchos años, cómo
muchos animales, específicamente aquellos que poseen mayor corteza cerebral,
también auto-estimulan su sexualidad. Además, constituye una necesidad masturbar
ciertos animales para lograr esperma y así fertilizar hembras para criar nuevos
animales. Para producir millones de pollos en el mundo, es necesario estimular
sexualmente los gallos para generar el esperma que fertilice los huevos; muchos
caballos son entrenados para que salten sobre un objeto similar a una yegua
para obtener semen y así poder fertilizar los óvulos de las yeguas; algo
similar ocurre con los toros reproductores, y otro tanto se hace con los peces
machos para obtener la semilla de los futuros alevinos.
Total
que la masturbación en los animales, no solo constituye un instinto natural de
estos para estimular su sexualidad, sino que resultó útil y necesaria para
lograr producir en masa aquellos animales destinados para la alimentación de
los humanos. Ojalá los llamados animalistas, no se les ocurra introducir dentro
de las leyes protectoras de animales, normas que prohíban al hombre
auto-estimular animales con fines industriales.
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