Santiago
Villarreal Cuéllar
En
Los Funerales de la Mama Grande, nuestro más grande e ingenioso escritor
Gabriel García Márquez, cuenta la historia de la cantidad de gente que llegó a
Macondo para asistir al entierro, entre ellas “todas las reinas habidas y por
haber,” describiendo con humor satírico la cantidad de títulos, algunos
verdaderamente cómicos, que llevan las reinas de nuestro país. Ninguna otra
nación latinoamericana celebra tantos reinados de diferentes matices como
Colombia. No hay fiesta, folclórica o religiosa, ni feria sin reina. Más de
trescientos años de dominación monárquica por parte de España, no podía dejar
la secuela cultural de tener reina, y a falta de una, el folclor, la
idiosincrasia y el fervor popular inventó, no una, sino muchas reinas, de
fantasía afortunadamente.
Por
estos días varios departamentos del país, entre ellos nuestro Huila, realizan
reinados y bailes populares. Sin embargo, me parece que las participantes de estos
concursos ignoran las raíces culturales de las fiestas, su baile, la música, y
su gastronomía. Tampoco existe coherencia sobre la historia impartida en
escuelas y colegios donde se enseña la llamada cátedra de la huilensidad. No
conocen el verdadero origen del bambuco, su baile y su vestimenta. Hablemos por
ejemplo del majestuoso vestido usado por las candidatas de los reinados del
Huila. La folclorista y gestora cultural, ya fallecida, doña Inés García de
Durán, contó hace varios años en una entrevista, que el actual vestido tiene
sus orígenes en México. En un viaje realizado por ella a ese bello país, vio un
hermoso baile tradicional llamado La Rondalla Tapatía, cuyos orígenes se
remontan a la cultura Azteca. A la señora Inés, le pareció muy hermosos los
vestidos utilizados por las bailarinas, que evocan la mujer campesina de ese
país. Valga la pena decir que ese vestido mexicano viene de la tradición
española. Entonces esta huilense decidió comprar uno de aquellos vestidos y traerlo
a Neiva, para entronizarlo como el traje ideal para el baile del sanjuanero. Nadie
se atreve a cambiar esa tradición. En cuanto al baile del sanjuanero, siempre me
ha causado curiosidad ver que en nuestro departamento se codificó con
determinado número de pasos este baile, y las pobres niñas y niños que
representan estas fiestas, deben entrenar meses para aprenderse dichos pasos.
En todas partes del mundo el baile y la música es un arte libre, y como
expresión artística no está sujeto a códigos, ni pasos determinados porque
dejaría de exteriorizar la imaginación estética. Me parece conveniente volver
al sanjuanero tradicional, con los vestidos típicos de nuestra tierra, y el
baile con ingenio, creatividad y picardía.
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