Santiago Villarreal Cuéllar
Desde las primeras manifestaciones humanas en
distintos lugares de la tierra, el agua constituye fuente de misterio,
atracción, culto y rito sagrado; ríos majestuosos avanzando lentos por hermosos
valles tupidos de bosques; quebradas cristalinas cuyos lechos turbulentos
producen maravillosos sonidos; cascadas que se desprenden a varios metros de
altura originando en su caída blanca niebla; lagos inmensos cuyas olas
acarician suavemente las arenas; lagunas melancólicas sirviendo de espejo para
mostrar el cielo, o ver reflejadas las montañas sobre sus quietas aguas;
embravecidos mares golpeando furiosos la roca de los acantilados, o bañando
hermosas playas con sus aguas color turquesa, de azul esplendoroso, o de
turbias aguas color marrón en algunas costas del Pacífico; todos estos lugares
donde existe agua en diferentes formas, despertó en el hombre primitivo
admiración, inspiró respeto y su mente imaginaria fue creando seres abstractos
con formas caprichosas, unas buenas y otras negativas de acuerdo a las
diferentes manifestaciones culturales.
Con el transcurrir del tiempo estas leyendas,
otras en forma de mitos, fueron transmitiéndose oralmente de generación en
generación, cuyo legado folclórico continúa alimentando la mente humana hasta
nuestros días. Pero no en vano esa mente aborigen rindió tributo y realizó
ceremonias a orillas de ríos, quebradas, lagunas y mares, creando una estela de
misterio o encantamiento sobre estas fuentes hídricas. Las ciencias de la
biología, geología y astronomía, demuestran hoy que la vida se originó en la
tierra gracias a la presencia del agua. Quizá el ser primitivo sabía este
misterio; o quizá en su intuición percibió dentro de la alambrada inteligente
incrustada en su cerebro, la magia del agua como fuente suprema de la vida.
Las ondinas y nereidas son los espíritus de
las aguas según las leyendas nórdicas; seres de inigualable belleza, asexuados,
habitan lagos y lagunas originando encantamientos. Monstruos gigantes habitando
lagos, depredando a quien se atreva sumergirse en sus aguas. Serpientes verdes
con cresta roja y pestañas de plata, o la vaca marina, son habitantes de muchas
lagunas a lo largo y ancho del mundo.
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