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12/18/2014

Dios, no es un niño




Por: Alejandro Castro Guerrero


Bogotá, D.C., diciembre 18 de 2014

Navidad, es la época por excelencia que ha convertido una tradición cristiana en temporada 
comercial. Sin embargo, ese no es el objetivo de la columna. Lo que realmente me preocupa es como se sigue hablando del “niño Dios”. Cada año grandes y pequeños balbucean esta frase para hablar de lo que supuestamente desean adquirir o pretenden planear para el año siguiente.

Infortunadamente, cada quien se acostumbró a tener su propio “dios” de caucho, a su gusto, que le permite lo que quiera, (supuestamente), pero pocos son los que se atreven a “hacer un alto en el camino” y entender que Dios no es un niño. Él es el todopoderoso, fuerte y celoso, que no le agrada la arrogancia y la vanidad del hombre que tan solo es un suspiro.
De la manera más respetuosa quiero invitar a los lectores a reflexionar desde lo profundo del corazón, para no pisotear ni un año más el nombre de DIOS. Nos acercamos al día en que se conmemora el nacimiento del Hijo de Dios, a través de María, la mujer virgen que halló gracia. Buen momento para entender que Jesús ya creció, ejerció un ministerio durante más de tres años, nos trajo el “Evangelio Santo”, murió por nuestro pecados, resucitó, está a la diestra de Dios padre haciendo las veces de único mediador, conforme a su Palabra (1 Timoteo 2-5), y envió al Espíritu Santo para consolarnos.


Pero para entenderlo, debemos disponernos a perdonar, recibir a Cristo en nuestro corazón y nacer de nuevo como Nicodemo, el personaje de la historia bíblica; no es fácil, pero sí es posible. La idea es crucificar todos los días el odio, la envidia, el orgullo, la maledicencia, la arrogancia; todas las vanidades de la vida, que son pasajeras. Y vivir para el Dios, que no es un niño.

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