Santiago Villarreal Cuéllar
La pandemia conocida como Ébola, cayó como
anillo al dedo para aquellas naciones cuyos gobiernos de derecha tienen como
premisa la xenofobia, especialmente hacia la raza negra que tantas crueldades
ha padecido a lo largo de la historia, bajo las colonizaciones de los imperios
de occidente. La mayoría de gobiernos europeos y de otras naciones, entre ellas
Colombia, han cerrado los visados para los ciudadanos del África occidental,
bajo el argumento de representar serio peligro de contagio del mortal virus, que en los últimos meses ha
cobrado la vida de por lo menos 6.000 personas, según la Organización Mundial
de la Salud. ¿Pero qué es el Ébola y dónde se originó?
El Ébola es un miembro de la familia de virus
de ARN conocidos como filovirus. Cuando el virus es magnificado varias miles de
veces mediante microscopio electrónico, tiene la apariencia de filamentos
largos. Revistas científicas de renombre como The Lancet y
el New England Journal of Medicine, documentaron el primer brote en la ciudad de Marburg Alemania, en el año
1967, curiosamente en un laboratorio científico-farmacéutico. El brote se
extendió hasta otro laboratorio de Frankfurt, contagiando a 30 personas de las
cuales fallecieron 7. El segundo brote se descubrió en el año 1976 en la
antigua república de Zaire (hoy Congo). Fue allí cuando se bautizó bajo el
nombre de Ébola, debido a que fue en las orillas del río conocido con el mismo
nombre que aparecieron los primeros enfermos. Las mismas características y los
mismos estudios científicos realizados, concluyeron que se trataba del mismo
virus aparecido 9 años antes en Marburg Alemania, pero se decidió hacer creer
al mundo que sus orígenes se encuentran en el corazón de las selvas africanas
occidentales. Un tercer brote ocurrió en 1979 en Sudán, al norte del África. El
cuarto brote de Ébola ocurrió a finales de 1989 en Reston Virginia, Estados
Unidos, a menos de 20 millas del capitolio de Washington. Después de esta cronología
de apariciones de este terrible virus que mata la mayoría de personas
contagiadas, ha continuado su avance en las naciones occidentales africanas.
El virus en sí no constituye peligro inminente pues
en los países desarrollados donde apareció, fue controlado inmediatamente. El
problema radica en la falta de una red sanitaria comprometida realmente con la
salud humana. Los países africanos en su mayoría, padecen una enfermedad peor:
el modelo económico neo-liberal, bajo cuyas premisas se maneja la salud
pública, como ocurre en Colombia. Una salud privatizada, convertida en una
mercancía, cuyo fin es enriquecer sus promotores, deja morir la gente hasta de
una simple gripe.
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