Santiago Villarreal Cuéllar
El histórico fallo emitido por la Corte
Constitucional el 29 de agosto de 2014, otorgando el derecho de adoptar y criar
dentro de un núcleo familiar a los hijos de dos mujeres lesbianas que conviven
desde hace 10 años, y que legalizaron su unión de hecho en una notaría,
constituye el primer avance para que parejas del mismo sexo puedan llegar a
adoptar niños y criarlos como sus hijos.
Seguí de cerca el debate que duró más de un
año en España, para que en el año 2005 aprobaran la ley que permite a parejas del
mismo sexo adoptar hijos. La comisión accidental que conformaron las dos
cámaras legislativas del país ibérico, estuvo compuesta por eminentes
científicos; sociólogos, psicólogos, filósofos, antropólogos, psiquiatras,
teólogos de varias denominaciones religiosas, médicos y neurólogos. El estudio
fue concienzudo y creo que ha sido uno de los mejores del mundo, el que posteriormente
fue modelo en Argentina y Uruguay para aprobar leyes similares. Y es que no existen evidencias científicas
que prueben que hijos criados por homosexuales o lesbianas sufran algún
trastorno de la personalidad. Un estudio muy conocido de la antropóloga
estadounidense Margaret Mead, comprobó que los comportamientos en la cultura
occidental entre hombres y mujeres, poseen rasgos homosexuales. Esto indica que
la definición de masculino y femenino se diluyó desde el ámbito de la ley
natural. Por otro lado, la Academia Americana de Pediatría analizó por más de
30 años, casos de niños criados dentro de familias constituidas por parejas del
mismo sexo, concluyendo que no existen efectos en la salud, bienestar físico y
emocional de dichos niños. El estudio demostró que las mayores perturbaciones
emocionales de los niños ocurren cuando parejas heterosexuales castigan
violentamente, o viven en situaciones de violencia intrafamiliar o alcoholismo.
La Universidad de Ámsterdam también realizó estudios sobre el tema, concluyendo
que para nada afecta la crianza de un niño por el rol heterosexual, u
homosexual de sus padres, y que los trastornos de la personalidad se adquieren
por el ambiente social que cualquiera de esta clase de parejas refleje a sus
hijos. Es decir, si dentro del núcleo familiar se observan hechos de violencia,
alcoholismo, u otras substancias psicoactivas, que generen conflictos
familiares, los jóvenes tendrán afectaciones emocionales.
Personalmente conozco muchas parejas de
lesbianas y homosexuales que han criado a sus hijos dentro de este rol y
ninguno de estos jóvenes, hombres y mujeres, adoptaron el comportamiento de sus
padres de crianza. En cambio, todas las lesbianas, homosexuales, vice-sexuales,
transexuales y demás personas con opciones sexuales diferentes a las
tradicionales, han sido procreados por parejas heterosexuales.
0 comentarios:
Publicar un comentario