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9/07/2014

El Padre Nuestro de Hugo Chávez


Santiago Villarreal Cuéllar

Gran escándalo ha causado en las altas esferas de la Iglesia Católica venezolana, la versión del Padre Nuestro compuesto por una poetiza donde exalta al fallecido presidente Hugo Rafael Chávez Frías. 

Un alto jerarca católico de la ciudad de Caracas, calificó esta versión del Padre Nuestro como un acto de idolatría a la figura del líder político. Extraña posición la de este representante de una Iglesia que desde su fundación en el año 325, en el Concilio de Nicea, se ha destacado por promover la idolatría, canonizando toda clase se santos y adorando figuras, imágenes (ídolos), del Padre Eterno, Jesucristo, la Virgen María y cientos de miles de santos más.  

El pueblo venezolano hace mucho tiempo se destaca por tener santos que la cultura popular ha entronizado y que la Iglesia aun no reconoce. José Gregorio Hernández Cisneros, es un claro ejemplo de la idiosincrasia de un pueblo que ha visto los milagros de este espíritu y muchos médium afirman tener contacto permanente con él. María Liónza, otra curandera que al morir, su espíritu sigue haciendo milagros, según  las creencias y la fe de este maravilloso pueblo. Ahora muchos cientos de miles de venezolanos creen que el espíritu del líder socialista Hugo Chávez está presente, haciendo milagros, irradiando energías positivas  a ese pueblo que tanto lo adoró en vida. ¿Quién puede contradecir su sentir, su creer, su fe? 

¿Porqué los señores obispos de la Iglesia Católica creen y pretenden obligar a creer que solo los santos que el Papa canoniza son los únicos que hacen milagros? Lo que hace un milagro no es precisamente la figura de un santo, sino la fe que miles de mentes creyentes y fervorosas hacen que suceda, sin importar la figura. 

El Padre Nuestro de Hugo Chávez, es apenas el comienzo de una nueva era de fe en la imagen de un líder que en vida logró el milagro de divorciar su país del nefasto modelo económico neo-liberal; de lograr llevar salud, educación y alimentos a cientos de miles de familias marginadas por la sociedad y los gobernantes de los años anteriores; es el milagro de un hombre que fue capaz de desafiar al imperio más grande de los últimos 70 años, como son los Estados Unidos y de no permitir que continuaran orientando la política interna del país andino. 

El pueblo venezolano tiene derecho a adorar su líder, a venerarlo, a convertirlo en ídolo, y a considerar que continuará rigiendo desde el mundo espiritual los destinos de su país.           

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