Santiago Villarreal Cuéllar
Mientras el presidente Nicolás Maduro continúa con su voluntad de diálogo, y prepara el comité de paz que integrarán varios diputados de diferentes tendencias ideológicas, voceros del gobierno y líderes de la oposición, esta última presenta una patología de incoherencia y atomización.
Por un lado camina el máximo líder opositor de la derecha Enrique Capriles, mientras por otro anda la ex-diputada María Corina Machado, a la que sus socios de oposición le critican su afán de protagonismo, hecho que le costó su escaño en la Asamblea Nacional; el alcalde de Caracas, Antonio Ledésma, también anda por caminos distintos, buscando una candidatura suya a la presidencia, de unas elecciones que todavía están lejanas; por su parte, el delincuente Leopoldo López, encarcelado por su presunta participación en hechos de violencia durante las manifestaciones de las semanas anteriores, no lo quieren en la llamada mesa de unidad nacional, debido a los actos de corrupción cuando fue alcalde de Chacaíto y que le mereció su destitución del cargo; los estudiantes por su parte están lejos de una unidad y sobre todo de qué es lo que realmente persiguen pues en sus constantes protestas se limitan a gritar arengas contra el gobierno, quemar neumáticos y detener el tráfico en el área metropolitana de la capital.
No existe coherencia, ni unidad por parte de esta oposición, alimentada con los dólares provenientes de la CIA de los Estados Unidos a través de supuestas ongs, legalizadas en este país. Así las cosas y ante este panorama de incertidumbre y división, al gobierno del presidente Maduro le esperan días difíciles para resolver cada petición de cada una de estas fracciones que no se ponen de acuerdo, ni siquiera para conformar la comisión de paz instalada por el gobierno el miércoles 16 de abril de 2014, en el palacio de Miraflores de la capital venezolana.
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