Santiago Villarreal Cuéllar
El viernes 11 de abril de 2014 madrugó el presidente Santos a demoler viviendas, donde se dice, expenden drogas alucinógenas. Me hizo recordar esta brusca acción al desaparecido genocida Ariel Sharón, ex primer ministro de Israel, cuando encabezaba las demoliciones de las humildes viviendas de los palestinos.
Seguramente esta actitud del presidente Santos es una estrategia electorera, aconsejada por el prófugo de la justicia venezolana y asesor de campaña J.J. Rendón. Pretenden mostrar un presidente aplicando mano dura a la delincuencia; algo así como el vengador justiciero de las películas de Charles Bronson.
El interrogante que nos hacemos es: si de combatir el tráfico de estupefacientes demoliendo las viviendas de los expendedores se trata, porqué no empezó demoliendo los lujosos inmuebles de narcotraficantes al por mayor, cuyas residencias se encuentran en los barrios residenciales de Bogotá y otras ciudades del país. Siempre se ataca y atropella a los pobres, dejando a un lado a los poderosos quienes son los mayores causantes de los negocios ilícitos.
Además, la medida es contraria a la ley 1566 de 2012, que el mismo Santos promulgó, para tratar el problema de la adicción a las drogas como un asunto de salud pública.
No luce bien que un jefe de estado, con maceta en mano, atropelle los inmuebles de gente humilde que si bien expenden drogas ilícitas, existen otras soluciones para mitigar el problema. Estas salidas son demagógicas y muestran un afán de protagonismo de un mandatario temeroso de perder unas elecciones que parece no las ganará.
1 comentarios:
Son acertados sus copmentarios. Un presidente que no es presidente sino un tipo colocado ahí porque pertenece a una de las grandes familiares del país y que se pelean los negocios de la finca
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