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3/26/2014

Quedan dos opciones


Santiago Villarreal Cuéllar
Nos aprestamos a elegir presidente de la república, en un momento histórico en el que la gran mayoría de colombianos no cree en sus instituciones democráticas, por el alto grado de corrupción a que hemos llegado. Nadie cree en el congreso, nadie cree en la justicia, muy pocos creen en la Policía; tenemos una salud mercantilizada que deja morir los pacientes en las puertas de los hospitales y un sistema de educación de mala calidad que coloca en peligro el futuro del país. Estamos tocando fondo, y este sombrío panorama me recuerda los últimos días del fin de la llamada cuarta república que vivió Venezuela, al finalizar la década de los noventa, que permitió la llegada de Hugo Chávez al poder.
Tenemos un presidente que quiere reelegirse a toda costa, acompañado de una coalición pegada con prebendas burocráticas y sendos contratos estatales, representante de una rancia oligarquía de derecha; también está el candidato de la ultraderecha “uribista,” cuya propuesta es revivir la nostálgica era de la guerra, regresando a la violación de los derechos humanos, agro-ingreso seguro, chuzadas y toda la podredumbre que durante 8 años vivimos los colombianos; tenemos una candidata conservadora, también representante de una derecha recalcitrante, partidaria de la guerra y defensora del modelo económico neo-liberal; está el candidato de los verdes, cuya victoria en la consulta del pasado 9 de marzo fue obra del electorado “uribista,” quienes inflaron su elección, que representa una derecha desarrollista, sin programa definido.


Para quienes tenemos como premisa la defensa de los derechos humanos, creemos en un mundo distinto al impuesto por el modelo económico neo-liberal; que somos partidarios de las soluciones pacíficas y las reformas estructurales para crear una nueva Colombia, sin violencia, verdaderamente democrática e incluyente, solo nos quedan dos opciones para votar: creo que la candidata presidencial Clara López y su fórmula Aída Avella, representan una alternativa distinta a la derecha; partidarias del proceso de paz, de un modelo económico distinto a la globalización, de un verdadero derecho fundamental a la salud y unos derechos mínimos vitales para aquellas personas marginadas por la sociedad y el estado, llamadas ahora habitantes de la calle, indicando con ello que las calles de pueblos y ciudades constituyen una nueva forma de vida y un hábitat para el ser humano. Nunca antes habíamos llegado a la degradación total del ser humano en Colombia, como en estos 20 años de modelo neo-liberal, donde miles de colombianos reciclan basura para sobrevivir y otro tanto vive en las calles, marginados de todos los derechos. La otra opción es votar en blanco.

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