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1/22/2014

Iglesias, dinero y discriminación


Santiago Villarreal Cuéllar

“Mirad que nadie os engañe, porque vendrán muchos en mi nombre diciendo: ‘yo soy el Cristo;’ y engañaran a muchos.” San Marcos capítulo 13, versos 5 y 6. Mejor profecía no hizo Jesús sobre lo que sucedería con su doctrina salvadora. Pero no es solo el cristianismo el que ha sido convertido en una fuente de enriquecimiento de unos pocos a costa de muchos, y de discriminar algunos sectores humanos; también la religión de Mahoma, de Buda, el judaísmo y el hinduismo, han servido de cimiento para fundar cuanta secta se les antoja, para lucrar sus bolsillos y perseguir en nombre de su dios otros grupos humanos.
Hago esta reflexión, debido al rechazo general por la predicación de una de las líderes y propietarias de la secta de la familia Piraquive, en la que discrimina un grupo humano. Sin embargo, todos los torpedos son lanzados contra esta secta, dejando a un lado las demás, que son iguales o peor que esta. También acusan a los Piraquive de enriquecerse a costa de los diezmos de sus seguidores. ¿Y las otras mal llamadas iglesias, acaso no piden dinero? Hace cuatro años leí en un muro de una calle de Quito Ecuador, un grafiti que decía: “la religión es un gran negocio, por eso hay tantas iglesias.” Nada más cierto, como casi todo lo que se lee en los grafitis. No conozco ninguna religión o secta donde no pida dinero, y no he visto el primer sacerdote, pastor o líder religioso que no lleve una vida holgada.

En cuanto a la discriminación, no se salva ninguna. Desde su fundación en el Concilio de Nicea del año 325, la Iglesia Católica Apostólica y Romana, no ha ordenado la primera mujer sacerdotisa, ni mucho menos obispa, cardenala, o papisa. Tampoco he visto sacerdotes mudos, sordos, cojos o mancos, no obstante Jesús predicar la igualdad. Ha sido la Iglesia que más persiguió las comunidades aborígenes (indígenas) negras, y ha satanizado los homosexuales. Aunque hace poco el Papa Francisco, manifestó en Brasil que el no era nadie para juzgar a estas personas, refiriéndose a la comunidad LGTB. Las demás sectas mal llamadas cristianas también predican la homofobia, y algunas de las más fundamentalistas, obligan a sus mujeres a usar vestidos largos, no cortarse el cabello, ni usar maquillaje. Los musulmanes son enemigos acérrimos de la mujer, hasta el punto que en algunas de estas sectas las obligan a ocultar su rostro, y los homosexuales son mirados como demonios. Pero estamos en un planeta de masoquistas: entre más garrote, más agachan la cabeza.       

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