Santiago Villarreal Cuéllar
Madrugan a limpiar impecablemente la casa, preparar el desayuno para su
esposo (algunas no tienen) y sus hijos que van al colegio, y desde las siete y
media de la mañana empiezan a recibir los otros hijos; esos hijos de madres en
su mayoría cabeza de hogar, algunos recién nacidos, otros de un añito, algunos
más crecidos, hasta completar catorce. Allí empieza una labor que muy pocos
saben y valoran: brindar protección, amor, cariño, afecto y alimentos a todos
esos pequeños de ambos sexos; enseñar valores utilizando pedagogías muchas
veces creada por ellas mismas. La jornada culmina en teoría a las cuatro de la
tarde, pero en muchas ocasiones se prolonga hasta las cinco, porque algunas
madres biológicas no llegan a tiempo a llevarse su hijo. Son las madres
comunitarias, una figura creada por el ICBF, con el propósito de brindar
bienestar a hijos de madres y padres que trabajan (estratos uno y dos), y que
por su pobreza no pueden pagar niñeras para cuidarlos.
Hasta allí todo va bien, porque si algo tienen estas madres es una férrea voluntad y mucho
amor, yo diría que es toda una vocación de servicio, una desbordada bondad
maternal que pocas mujeres poseen. El drama empieza con la alimentación de
estos pequeños. Hasta hace cuatro años, cuando los padres de familia mediante
un comité, servían de reguladores y proveedores de los víveres, con dineros del
estado claro está, se suministraba suficientes raciones de buena calidad
nutricional. Pero cuando ese suministro se entregó a unas sanguijuelas llamadas
ONG, o fundaciones, generalmente dirigidas por políticos mediante testaferros,
todo cambió. Dos libras de arroz para la semana, una libra de carne para un
día, son apenas dos ejemplos de la crueldad con que tratan a estas madres.
¿Alcanzará dos libras de arroz para alimentar 14 niños una semana? ¿Una libra
de carne es suficiente para alimentar 14 niños durante un día? Sencillamente
esto es alarmante y raya con el cinismo de quienes manejan el estado, y aún
más, de aquellos que crearon estas entelequias llamadas ONG, que no son más que
intermediarias innecesarias.
Las madres comunitarias se declararon en paro desde hace varias semanas,
pero el gobierno no parece interesado en sus justas peticiones. Los
congresistas pararon dos semanas y mediante decreto el presidente Santos
solucionó el problema, otorgándoles más de 7 millones de pesos a sus dietas. Las
79 mil madres comunitarias solo piden una pensión justa de un salario mínimo
para su jubilación y mejoras en la dieta de los pequeños. ¿Cuánto tiempo tendrán
que esperar?
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