Santiago Villarreal Cuéllar
En un acto de heroísmo se ha convertido la hazaña realizada por el concejal de Chía, Carlos Enrique Martínez, después de la cinematográfica persecución que hicieron más de treinta uniformados de la Policía Nacional, utilizando motos, carros y hasta taxis de servicio público.
Semejante operativo, digno de las más cruentas persecuciones, solo para perseguir dos borrachos no deja de ser ridículo, mientras los ladrones hacen de las suyas en diferentes lugares de la ciudad y del país, y a ellos raras veces los persiguen de esa forma.
Y como si esa persecución fuera poca cosa, el "honorable" concejal, presa del pánico, maniobró su camioneta de forma magistral. No se nos olvide que iba en rínes, como dice el adagio popular, cosa no fácil para poder manejar un vehículo a alta velocidad, y ni aún así lograron detenerlo.
Para terminar la burla contra la fuerza pública, el "peligroso" borracho se metió con carro y todo, nada más ni nada menos que a la Escuela de Oficiales del Ejército Nacional, donde los otros "héroes" de la patria dormían a pierna suelta y ni cuenta se dieron.
Después de todos los actos protocolarios para capturar tan "malvado" sujeto, lo llevaron preso hasta los calabozos más profundos y al otro día les hizo "pistola," porque la prueba de alcoholemia resultó negativa. El tipo se murió de la risa y ahora contra-demanda al estado por supuestas torturas,físicas y psicológicas.
Con semejante hazaña, este concejal merece catalogarlo como un "héroe" de la burla y la pantomima, y a la Policía, una vez más como unos pobres ingenuos que pierden tiempo, recursos y energías persiguiendo borrachos con investidura política y buenas "palancas" que tergiversan hasta los exámenes de Medicina Legal.
En este caso, como en muchos otros que suceden en nuestro país, sigue siendo válida la afirmación de nuestro Nobel Gabriel García Márquez, que en Colombia la ficción parece realidad y la realidad es pura ficción.
1 comentarios:
que cochinada
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