Santiago Villarreal Cuéllar
Las farc han dicho que las
negociaciones de la Habana deben dejar de ser secretas y volverse públicas. A
los enemigos de los diálogos en Colombia les cayó como anillo al dedo. Quienes
son partidarios de una guerra eterna, buscan cualquier pretexto para tratar de
demostrar la inutilidad de las conversaciones y la necesidad de atizar el fuego
de los fusiles. No sé si los voceros de la guerrilla son ingenuos, o caen en la
trampa de crear barreras y darles la razón a los reaccionarios, porque si desde
el comienzo se acordó bilateralmente que los diálogos se realizarían en
estricta confidencia, porqué ahora quieren lo contrario.
En el mundo existen varios
modelos de negociaciones de paz, algunos de ellos han tenido éxitos parciales,
otros un completo éxito y muchos han fracasado. Cada país y cada guerra tienen
una particularidad, y aunque existan coincidencias el modelo de negociación
escogido por las partes siempre tendrá variables. El modelo escogido por el
presidente Santos es similar al realizado en Sudáfrica, entre Nelson Mandela y
los representantes del apartheid. Es bueno recordar que el gobierno del
presidente Botha, inició conversaciones secretas con Mandela, quien estaba en
prisión, en 1985 a través de su ministro de justicia Kobie Coetsee. Solo el 11 de
febrero de 1990, fruto de esos diálogos, Nelson Mandela fue liberado y se
iniciaron los acuerdos de paz que culminaron con el oprobioso apartheid y
desmovilizó la guerrilla de los movimientos de color que operaban desde 1960.
Desde el 7 de agosto de 2010,
cuando el presidente Santos se posesionó, el 8 empezaron los acercamientos
secretos con las farc, a través de su hermano el periodista Enrique Santos
Calderón. Instalada la mesa de la Habana, se acordó entre las partes la
confidencialidad de los diálogos. Este procedimiento es saludable para unas
negociaciones que anteriormente fracasaron, precisamente por la excesiva
publicidad hasta en los más mínimos detalles. En un país como Colombia, donde los enemigos del diálogo
utilizan cualquier artimaña para desprestigiar los procesos, es necesaria la
prudencia y el sigilo. Creo que ese modelo debe mantenerse hasta que culminen
las conversaciones y se firmen los primeros acuerdos que conduzcan a la paz.
Insisto en que la guerrilla debe aceptar el referendo propuesto por el gobierno
para el día de las elecciones parlamentarias. Esto le dará más legitimidad al proceso
y comprometerá al establecimiento. Quienes queremos que Colombia tenga paz en
el futuro y no dejar como herencia a nuestros hijos esta guerra absurda,
debemos apoyar incondicionalmente los diálogos, y votar con un sí rotundo el
referendo.
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