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10/01/2013

Los secretos de la Habana



Santiago Villarreal Cuéllar

Las farc han dicho que las negociaciones de la Habana deben dejar de ser secretas y volverse públicas. A los enemigos de los diálogos en Colombia les cayó como anillo al dedo. Quienes son partidarios de una guerra eterna, buscan cualquier pretexto para tratar de demostrar la inutilidad de las conversaciones y la necesidad de atizar el fuego de los fusiles. No sé si los voceros de la guerrilla son ingenuos, o caen en la trampa de crear barreras y darles la razón a los reaccionarios, porque si desde el comienzo se acordó bilateralmente que los diálogos se realizarían en estricta confidencia, porqué ahora quieren lo contrario.

En el mundo existen varios modelos de negociaciones de paz, algunos de ellos han tenido éxitos parciales, otros un completo éxito y muchos han fracasado. Cada país y cada guerra tienen una particularidad, y aunque existan coincidencias el modelo de negociación escogido por las partes siempre tendrá variables. El modelo escogido por el presidente Santos es similar al realizado en Sudáfrica, entre Nelson Mandela y los representantes del apartheid. Es bueno recordar que el gobierno del presidente Botha, inició conversaciones secretas con Mandela, quien estaba en prisión, en 1985 a través de su ministro de justicia Kobie Coetsee. Solo el 11 de febrero de 1990, fruto de esos diálogos, Nelson Mandela fue liberado y se iniciaron los acuerdos de paz que culminaron con el oprobioso apartheid y desmovilizó la guerrilla de los movimientos de color que operaban desde 1960.

Desde el 7 de agosto de 2010, cuando el presidente Santos se posesionó, el 8 empezaron los acercamientos secretos con las farc, a través de su hermano el periodista Enrique Santos Calderón. Instalada la mesa de la Habana, se acordó entre las partes la confidencialidad de los diálogos. Este procedimiento es saludable para unas negociaciones que anteriormente fracasaron, precisamente por la excesiva publicidad hasta en los más mínimos detalles. En un país como   Colombia, donde los enemigos del diálogo utilizan cualquier artimaña para desprestigiar los procesos, es necesaria la prudencia y el sigilo. Creo que ese modelo debe mantenerse hasta que culminen las conversaciones y se firmen los primeros acuerdos que conduzcan a la paz. Insisto en que la guerrilla debe aceptar el referendo propuesto por el gobierno para el día de las elecciones parlamentarias. Esto le dará más legitimidad al proceso y comprometerá al establecimiento. Quienes queremos que Colombia tenga paz en el futuro y no dejar como herencia a nuestros hijos esta guerra absurda, debemos apoyar incondicionalmente los diálogos, y votar con un sí rotundo el referendo.              


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