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8/12/2013

Encarcelar los conductores borrachos


Santiago Villarreal Cuéllar
Se abrió el debate sobre los conductores ebrios que causan muerte a víctimas en accidentes de tránsito. Como ocurre en nuestro país con los grandes problemas, se pretende trasquilar el cogollo del árbol causante del problema, en lugar de arrancarlo de raíz. Los comunicadores, legisladores y gente del común, se rasgan las vestiduras solicitando penas mayores para estos borrachos irresponsables que manejan sus vehículos sin medir consecuencias.
Existe una realidad: nuestro país ocupa el tercer lugar en América Latina, con el mayor número de alcohólicos. La gran mayoría de los colombianos somos enfermos psicosomáticos, es decir, somos adictos a algún tipo de drogas, pero el mayor número lo ocupan los alcohólicos. Es normal beber cerveza, aguardiente, ron, vinos, whisky, chicha y guarapo fuerte. Celebran cumpleaños, el nacimiento de un niño, matrimonios, fiestas patronales, la muerte de un ser querido, partidos de futbol, el divorcio y hasta la pérdida del trabajo, tomando licor. Muchas madres gestantes beben alcohol, a sabiendas que es perjudicial para esa nueva vida que crece en sus entrañas, y los recién nacidos ven a su padre borracho haciendo escándalo en el hogar. El Estado patrocina las bebidas alcohólicas pues casi todos los departamentos poseen licorera, y los impuestos destinados a la salud provienen en su mayoría del consumo de alcohol. ¡Vaya paradoja! ¿Cómo pretender entonces legislar para castigar los enfermos psicosomáticos si el Estado estimula su consumo? Los grandes medios de comunicación hacen todo un escándalo alrededor de los conductores borrachos, mientras publicitan toda clase de bebidas alcohólicas. Se olvidan que según las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud, el alcoholismo es el causante del mayor índice de mortalidad entre las drogas farmacodependientes; se olvidan que la mayor parte de la violencia intrafamiliar tiene sus causas en el consumo de alcohol. Es más peligroso un borracho alcoholizado que diez consumidores de marihuana. Sin embargo, esta última es prohibida y a diario capturan personas con su dosis personal.
El problema del alcoholismo tenemos que abordarlo desde el ámbito sanitario. En mi concepto se debe legislar para que el Estado asuma el tratamiento médico de estos enfermos, cuya mayoría requiere ser valorada y tratada por psiquiatras. Debe ser una campaña de salud integral, donde reciban terapia, medicamentos y un estricto seguimiento por el resto de sus vidas, pues las enfermedades psicosomáticas no son curables, pero sí tratables. La legislación también debe prohibir la publicidad de las bebidas alcohólicas por cualquier medio, así como se hizo con el tabaco. Puede parecer difícil, pero es más razonable que llenar las cárceles de borrachos.




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