Santiago
Villarreal Cuéllar
Los
sistemas de espionaje en el mundo son antiquísimos y sus
metodologías han cambiado con los tiempos. El servicio de espionaje
más famoso en la historia de la cultura occidental fue practicado
por la Iglesia Católica desde 1184, mediante la confesión. Este
sistema dio excelentes resultados para combatir la herejía y la
práctica de ritos ajenos al catolicismo. Al implantarse la Santa
Inquisición en España en el año de 1478, bajo la Bula del Papa
Sixto IV, la confesión surtió buenos efectos sobre todo para
detectar judíos, muchos de quienes fingieron abrazar la fe cristiana
(marranos), pero continuaban ejerciendo los ritos del Talmud y la
Tora en secreto. La tortura hizo el resto para capturar estos
“impuros” y ser llevados a la hoguera.
Hago
alusión a la historia porque por estos días varios gobiernos del
mundo se rasgan las vestiduras debido a un gran descubrimiento: los
servicios secretos de Estados Unidos nos espían. Nada hay de nuevo
sobre esta reprochable práctica, pues el país del norte realiza ese
tipo de operaciones desde hace más de ochenta años. Durante la
llamada guerra fría, le carrera de espionaje fue brutal. Los gringos
espiaban a los rusos y estos hacían otro tanto. Pero quizá el más
absurdo de todos fue el pronunciamiento realizado por nuestra
flamante ministra de relaciones exteriores, pidiendo explicaciones a
su amo. Que cinismo, que hipocresía de nuestro gobierno. Nadie que
tenga sentido común ignora que nuestro país alberga la más grande
legión de asesores, agentes, espías y toda clase de personas
venidas del Pentágono. Somos pioneros en Latino-América; aquí
permanecen agentes de la CIA, FBI, DEA, el MOSSAD de Israel y
militares norteamericanos, quienes coa-habitan en brigadas y
batallones a lo largo y ancho de nuestra geografía. ¿Acaso no fue
aquí donde se instalaron las bases militares norteamericanas que
estaban en Manta Ecuador? ¿O es que ya se nos olvidó? Ningún
cargamento de cocaína se incauta sin la anuencia de la DEA, pues de
lo contrario el ejército y policía nuestra, no los ven; los guangos
de billetes de los narcos nublan sus ojos, tapan sus oídos y sella
sus bocas. La operación jaque que liberó los secuestrados que tenía
las farc, entre ellos Ingrid Betancur, fue diseñado por agentes del
FBI y la CIA. Su ejecución fue llevada a cabo por el ejército
colombiano, pero allí estaban agentes encubiertos del FBI.
No
es ninguna sorpresa que estemos siendo expiados, si nuestro propio
gobierno es cómplice y complaciente. Otra cosa es que esa
despreciable práctica se reprochada por cualquier país soberano.
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