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5/02/2013

El silbo de las almas




Santiago Villarreal Cuéllar

En algunas regiones latinoamericanas, cuando muere un humano, algunas personas dicen ver el alma del difunto. La miran en forma de sombra, con figura humana de color blanco como la nieve. Esa figura nunca pisa la superficie de la tierra y parece que flotara en el ambiente. Pero también escuchan el silbo del alma; es un silbido agudo y prolongado que hace crispar la piel del oyente. En algunas regiones del sur de México y Guatemala, suelen ver los pies del muerto, de las rodillas para abajo y siempre acostado; el resto del cuerpo parece desvanecerse en una nube gaseosa. Estos fantasmas son vistos siempre de noche y específicamente en la oscuridad total.

En la mentalidad humana, influida por las doctrinas cristianas, el concepto de bueno y malo es bastante arraigado; Dios y diablo, son dos figuras inseparables que representan el bien y el mal, materializadas en los colores blanco y negro, el primero positivo y el segundo negativo. En nuestra cultura cristiana se rinde culto a los muertos, de allí que nadie desea un muerto malo. La persona en vida puede haber sido muy malo, según el concepto cristiano, pero al morir, automáticamente se vuelve bueno. Quizá por esa razón todas las almas son de color blanco, porque nadie quiere un muerto malo, o negro. Esa cultura católica nos ha enseñado, que rezando a los muertos, su alma se salva y se va para el cielo; volvemos al color blanco, toda alma es blanca (buena). En cuanto a los silbos, se debe quizá a la imposibilidad de imaginar cual será el lenguaje de un difunto. Al morir un ser humano se pierde el lenguaje, o la lengua celestial es desconocida para el ser viviente, por lo que la forma más natural de expresarse un difunto es a través de silbidos. Para finalizar diré, que todas esas figuras blancas y sonidos agudos de los difuntos, solo se encuentra en la maravillosa imaginación humana. El hombre sueña y vive de utopías.




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