Santiago
Villarreal Cuéllar
De todas las bellas artes, quizá
la más difundida y apetecida por la mayoría de la humanidad es la
musica. Desde las tribus más primitivas que tengamos memoria, los
ritmos, danzas y musica, han sido los más cultivados. En todas las
culturas de todos los tiempos, las manifestaciones artísticas
musicales han prevalecido y continuarán mientras el ser humano
exista en la tierra, y aun, el día que se mude para otro planeta, se
llevará la musica para deleitarse con sus melodías.
Seguramente por ser tan
difundida y apreciada esta manifestación artística, también ha
sido el blanco de la critica y la persecución. En diferentes países,
por diversas circunstancias de orden político, algunas clases de
musica han sido prohibidas y calificadas con las más crueles
calumnias. En nuestra América Latina, la cúmbia, el mapalé, la
lambada, el reggé, la samba y muchas otras expresiones musicales,
han sufrido persecuciones y calificativos pecaminosos por parte de
sectores religiosos. Pero quizá la persecución más destacada en
los últimos años, consiste en el calificativo que en la década de
los ochenta surgió de grupos seudo-exotéricos. Y logró tener eco
en el resto de sectas cristianas, específicamente de las
fundamentalistas. Como satánicas, calificaron a algunos géneros
musicales provenientes de diferentes países. Fueron blanco de los
ataques de estos fanáticos religiosos, el rock, en sus diferentes
géneros y arreglos; el pop americano, sobre todo el interpretado por
Michael Jackson, fue señalado como una expresión directa de los
infiernos; la musica metálica; el reggé antillano-caribeño,
proveniente de Jamáica y años después convertido en reggetón
debido a la mezcla con la macúmba brasileña, han sido considerados
como satánicos. Las expresiones afro-caribeñas, cuyos orígenes
corresponden a la cultura Oricha, que debido a la persecución
religiosa de los siglos XVII y XVIII, se vieron en la obligación de
sufrir un proceso de sincretismo con los ritos católicos para
prevalecer, siempre han sido tildadas de satánicas y pecaminosas.
Estos seudo-exotéricos aseguran que las melodías y letras de esa
musica, señalada anteriormente, “posee mensajes subliminales”
que incitan a adorar a satanás.
En las naciones donde prevalece
la religión musulmana, la mayoría de la música proveniente de
países occidentales es calificada de diabólica. Es decir, existe un
paralelo entre musulmanes y cristianos para señalar algunos géneros
musicales como satánicos y peligrosos. Pero recordemos que ambas
manifestaciones religiosas pertenecen al politeísmo, cuyos cimientos
teológicos y dogmáticos le han hecho mucho daño al progreso de la
humanidad. Finalmente diré, que no existe ninguna maldad en las
diferentes expresiones musicales. Si Dios existe, toda expresión
musical debe ser una manifestación de su majestuosidad.
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