Santiago
Villarreal Cuéllar
“Mi hijo o hija se masturba. ¿Qué debo hacer?” Es la pregunta más común que hacen los padres de familia, sorprendidos por este comportamiento de sus hijos. El padre sorprende a su hijo adolescente viendo una película pornográfica, a la vez que se masturba distraídamente. O la madre que sorprende a su hija frotándose su vagina con una almohada, o introduciéndose algún objeto en la misma. También han visto a sus adolescentes masturbándose mientras se bañan, o la madre descubre en las sábanas vestigios de semen de su hijo varón.
Si lo consultan con un sacerdote católico,
este le recomendará que haga venir al hijo, o hija para que se confiese. Les
pondrá como penitencia a los adolescentes rezar muchos padres nuestros y no
volverlo a hacer, por el pecado que ello representa. Si es un pastor de una
secta cristiana, les amonestará por el terrible pecado que están cometiendo y
la ofensa a Dios. Quizá hayan olvidado esos señores que ellos también en su
juventud lo hicieron, es decir, se masturbaron, si es que no lo hacen en la
actualidad.
La masturbación es un acto perfectamente
normal entre los mamíferos, incluyendo al ser humano. Se ha descubierto incluso
fetos, mediante ecografías, tocándose sus genitales en el vientre de la madre.
El 98% de los varones se ha masturbado durante una etapa de su vida y otro gran
porcentaje lo hace y continuará haciendo, así tengan pareja estable. Y el 75%
de las mujeres han procedido y proceden de igual forma. Es un acto de
exploración natural del cuerpo y de experimentar las primeras manifestaciones
de placer. No es malo, no es pecaminoso, ni produce ninguna patología que pueda
derivarse en alguna enfermedad. Por el contrario, se ha demostrado que es una
forma de conocer mejor el cuerpo y de prepararse para unas relaciones sexuales
placenteras cuando tengan pareja. Finalmente diré, que la masturbación se ha
practicado desde la aparición del hombre y lo seguirá haciendo hasta su
extinción.
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