Santiago
Villarreal Cuéllar
El invasor español llegó hace más
de cuatrocientos años a esta tierra llamada América, con el único objetivo de
buscar el tesoro del Dorado, del cual ya se hablaba en Europa. No se
equivocaron los aventureros, porque desde México hasta la Patagonia Argentina,
encontraron aborígenes luciendo prendas elaboradas de oro. Hoy ni siquiera
sabemos cuantas toneladas del preciado metal fueron llevadas, principalmente a
España, pero también a Portugal y el Reino Unido. Se desató entonces una
cacería de minas y se esclavizó a los pocos aborígenes que quedaron vivos, para
realizar gigantescas excavaciones en busca de oro. También la plata se convirtió
en metal precioso, y aun quedan en Bolivia las famosas minas del Potosí. El
principio del colonialismo americano fue minero y por todos lados no se buscó
otra cosa, sino oro.
Posteriormente, ese colonialismo salvaje
dejó a un lado la minería y convirtió nuestras tierras en despensas agrícolas
para alimentar las naciones europeas. De aquí llevaron el cacao, el azúcar
extraído de la caña, las bananas, café, solo para citar algunos productos.
Después de la llamada independencia, seguimos siendo proveedores de materias
primas para las grandes industrias, no solo europeas, sino de las dos naciones
de norte-América, que lograron evolucionar hasta convertirse en nuevos
invasores.
Pero no contábamos con que,
cuatrocientos años después, retrocediéramos a la época colonial y nuestras
naciones latino-americanas volvieran a ser mineras. Hace cien años se descubrió
en Venezuela los primeros pozos de petróleo, y desde entonces las multinacionales
saquearon ese país hasta la llegada de Chávez al poder. Pero también han
saqueado el oro negro en México, Colombia, Ecuador, Argentina y Perú. En Chile
han expoliado por más de cien años el cobre y solo en el gobierno de Allende,
que solo duró tres años, sus compañías dejaron de saquear. En la década del
cincuenta, llegaron los invasores europeos y norte-americanos a sembrar
nuestros ríos de hidroeléctricas. A partir de la década del dos mil, nuestras
naciones volvieron al auge del oro, la plata, el coltán y el uranio. Todos los
gobiernos, de izquierda y derecha, concesionan la explotación de minas de toda
clase y en todas partes. No les importa las poblaciones que por generaciones
han vivido en esos lugares, ni mucho menos el terrible daño causado al medio
ambiente. Solo les interesa la explotación y la expoliación de nuestros
recursos naturales. Se explota de igual manera el recurso humano. Para ello
flexibilizaron la legislación laboral, creando el empleo chatarra para que las
multinacionales no sufran engorrosos pleitos con los trabajadores. De esta
forma, latino-América ha retrocedido quinientos años de historia.
1 comentarios:
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