Santiago
Villarreal Cuéllar
En todas las culturas del planeta
existen distintas formas de recibir el Año Nuevo, teniendo en cuenta que muchas
de ellas poseen diferentes calendarios y celebran el advenimiento del año en
fechas distintas. Así por ejemplo, los chinos tienen un calendario y año nuevo
diferente al judío, musulmán e hindú. En nuestros países occidentales predomina
el calendario gregoriano y el año empieza el primero de enero. Los
latinoamericanos tenemos unas formas y creencias muy particulares de recibir el
Año Nuevo. Nuestro folclor, nuestra idiosincrasia, el sincretismo religioso,
mescla de cristianismo Católico y religiones aborígenes, politeístas, fusionaron
una cantidad de supersticiones que aun predominan. Es muy común que los latinos
utilicemos algún rito, ceremonia, o augurio la noche del 31 de diciembre, antes
de las doce de la noche cuando empieza el nuevo Año. Cada país por supuesto
posee una forma diferente, pero en general se asimilan dichas creencias.
El trigo hace parte de esas
creencias, por lo que es indispensable colocar un pan elaborado de dicho cereal
en la mesa, la noche de año viejo, el que se adornará con espigas de trigo
incrustadas alrededor del mismo. Este secreto traerá abundancia al hogar y
durante todo el nuevo año no faltará el alimento en la mesa. Las uvas
constituyen otra fuente de secretos para recibir el nuevo año. Se debe tener suficientes
frutos en la mesa principal y al sonar las doce de la noche del 31 de
diciembre, se empezará a comer una a una, hasta llegar a doce uvas, teniendo la
precaución de pedir un deseo distinto cada que se come un fruto. Se cree que
dichos deseos se realizarán en el transcurso del nuevo año. También se aconseja
llenar las maletas con ropa y salir a las doce de la noche a la calle. Se cree
que esta ceremonia traerá viajes durante el año. Y finalmente, no deben faltar
los pantis color amarillo para las mujeres y calzoncillos del mismo color para
los hombres. ¡Traerá dinero!
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