Santiago
Villarreal Cuéllar
Las próximas elecciones en
Estados Unidos, serán bastante reñidas entre el actual presidente Barack Obama,
demócrata y el señor Mitt Romney, candidato del partido republicano. Aunque en
política exterior las diferencias ideológicas no son demasiado notorias, pues
cualquiera de los ganadores continuará su política guerrerista, en el plano
interno sí marcarán diferencias. Sobre todo ahora, cuando el candidato
republicano es un fundamentalista religioso (mormón), muchas cosas pueden
cambiar. Obama logró que el congreso aprobara leyes que flexibilizaron la
discriminación de sectores homosexuales; legisló para que la salud pública
volviera a prestarse a sectores necesitados de forma gratuita. De ganar el
señor Romney, estas leyes pueden peligrar.
El desencanto de muchos sectores
de la opinión norteamericana frente al actual presidente, se debe al
incumplimiento de muchas promesas hechas hace cuatro años. El retiro de las
tropas de Irak no se cumplió, lo mismo que la disminución de estas en
Afganistán, donde lo único que han hecho es violar flagrantemente los derechos
humanos. No cumplió la promesa de cerrar la ilegal cárcel de la isla de
Guantánamo, donde continúan cientos de personas de diferentes nacionalidades,
retenidas ilegalmente y torturadas por los verdugos del Pentágono. Tampoco le
cumplió a los más de catorce millones de latinos, residentes en ese país, la
promesa de legislar para legalizar su condición de inmigrantes. Presentó un
proyecto de ley que fue rechazado por el congreso, en su mayoría republicano y
no volvió a insistir. Hace apenas dos meses, expidió un decreto prohibiendo la deportación
de jóvenes inmigrantes por espacio de dos años más. Esto suena a politiquería
barata, muy similar a la utilizada por los politiqueros latinos para captar
votos. En materia económica no ha sido
muy afortunado, pues hasta la fecha ninguno de los banqueros especuladores,
responsables del descalabro (burbuja) financiero de 2008, ni siquiera ha sido
llamado juicio y el estado continúa financiando ese acaudalado sector. Es
decir, con los dólares de todos los contribuyentes, especialmente de los pobres
y la clase media, subsidian los más ricos para que no pierdan sus privilegios.
Toda esa política continuista,
parecida a la de sus antecesores, desilusionó a un electorado que creyó que el
primer presidente negro dejaría huellas a su paso por la casa blanca. Aunque
las encuestas dan por ganador un día al señor Obama y al otro día al señor
Romney, este último ha cautivado los electores indecisos e independientes,
debido a su serenidad, su sencillez y su pasado. Como a mí me gusta hacer
cábalas sobre aspectos electorales, creo que el señor Mitt Romney será el nuevo
presidente del coloso del Norte.
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