Santiago
Villarreal Cuéllar
A través de la historia, el ser
humano ha buscado diferentes formulas para ser feliz en la vida. Aun hoy,
existe la creencia que el poseer bastante dinero es suficiente para procurar
este don maravilloso. Verdad es que en este planeta, donde las leyes del
capitalismo y el monetarismo, nos obliga a poseer dinero para vivir, el tener
suficiente logra ciertos grados de satisfacción y por ende mitiga el
sufrimiento. No obstante, el dinero en sí no genera felicidad plena y por el
contrario, muchas veces atrae sinsabores que impiden la felicidad. El filosofo
español Fernando Sabater, en su libro Ética Para Amador, manifiesta que andar
por los caminos rectos, sin incurrir en delitos, produce felicidad en la vida.
Comparto plenamente esa afirmación. No existe felicidad más grande para un ser
humano, que el poder vivir toda su existencia sin ser llamado a pleitos, ni ir
a la cárcel. Gabriel García Márquez, en el cuento de la Cándida Eréndira, dice
que esta adolescente hizo feliz a Ulises, cada que hacían el amor. Dicha
afirmación es verdadera, pues la relación sexual en toda su plenitud, nos hace
inmensamente felices. La sicóloga dominicana Nancy Álvarez, va más allá y dice,
que si el cielo existe, es un orgasmo. Comparto esa sentencia.
Yo sufrí una enfermedad que me
postró 22 días en una clínica y más de año y medio de convalecencia. Mi opinión
personal es que la mejor forma de ser felices consiste en gozar de plena salud.
Una persona puede tener mucho dinero, pero si lo acosa una enfermedad crónica,
o incurable, no podrá ser feliz el resto de su vida. Para concluir diremos, que
ningún ser humano puede ser plenamente feliz. La felicidad es un estado mental
el cual solo se siente cuando convertimos las dificultades en oportunidades. Pienso
que si un ser humano no tiene problemas, será el ser más aburrido de la tierra.
Marchemos por caminos rectos, hagamos el amor todos los días, procuremos
mantener buena salud y seremos felices.
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