Santiago Villarreal Cuéllar
Cuando en la
década de los sesenta se empezaron a sentar las bases para la Comunidad
Económica Europea, la mayoría del mundo observó con pesimismo este hecho. Sin
embargo, en la década de los setenta se consolidó la Unión Europea y entonces
fueron las potencias las que se llenaron de pánico. Una Europa unida en lo
político, económico y social, constituía una competencia para el dominio
geo-político mundial. En la década de los noventa, derrumbada la potencia
soviética, la Unión creó su moneda única, el Euro. Con ello se consolidó su
poderío y colocó el dólar en un segundo plano.
Pero los
líderes políticos de la eurozona, introdujeron el nefasto modelo económico
neo-liberal, creado por el británico Adam Smith, en el siglo XIII y rediseñado
por el judío Milton Friedman, en la década de los sesenta del siglo pasado. La
Universidad de Chicago, se convirtió en la matriz de los nuevos economistas que
posteriormente recetaron el modelo, no solo para los países desarrollados, sino
para los subdesarrollados. La señora Margaret Thacher lo introdujo en su país,
Inglaterra, a comienzos de los ochenta; Ronald Reagan siguió su ejemplo en
Estados Unidos y Helmut Kohl en Alemania. Pronto los demás países de la
eurozona siguieron ese mal ejemplo.
Este
perverso modelo económico, aplicado a las políticas estatales, consiste en
privatizar las empresas del estado. Lo
público se vende al mejor postor y los voraces compradores, generalmente sociedades
anónimas, de las que nadie conoce sus dueños, compran las empresas estatales.
Se privatiza la electricidad, las empresas de telecomunicaciones, los
acueductos, carreteras y todo lo público. El Estado se reduce a lo más mínimo.
Los servicios de salud, educación y seguridad social se privatizan, colocándolos
en manos de particulares, quienes prestan un mal servicio, cobrando caros honorarios.
Cualquier parecido con lo que sucede en Colombia, puede ser una fatal
coincidencia.
Las naciones
de la eurozona, otrora con los mayores estándares de vida, con seguridad
social, alimentaria, de educación y salud para todos los ciudadanos, hoy se
encuentran al borde de la indigencia. Los Estados no tienen nada más que vender
y entonces se contraen deudas con bancos, cuyos propietarios son las mismas
sociedades de dueños invisibles, invirtiendo esos recursos en no se sabe qué.
Lo cierto es que esas naciones, hoy se encuentran endeudadas y al borde de la
quiebra. España tiene los más altos índices de desempleo, seguida de Italia y
Portugal. Y ni qué decir de Grecia, nación que tendrá elecciones el próximo 17
de junio y con la decisión que allí tome el pueblo, seguramente comenzará el
colapso de la Unión.
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