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3/28/2012

LA NECESIDAD DE PERDONAR



Santiago Villarreal Cuéllar
Durante la celebración de la Semana Santa, ceremonia introducida por nuestra cultura Católica, se invita a la confesión y al perdón de los pecados. No en vano, el cristianismo cimentó su doctrina en el perdón. Los humanos aprendemos a envidiar, codiciar y odiar a los demás. Digo aprendemos, porque un bebé recién nacido es una criatura inocente. No conoce la mentira, la ira, la codicia y menos el odio. Los padres de familia, enseñan y malcrían sus hijos, inculcando esos valores negativos. Me dirán que nadie enseña semejantes comportamientos. Les recuerdo que no solo se enseña con palabras, sino con los hechos. Es el ejemplo, la mejor cátedra que podemos inculcar a los niños.
Si mentimos a los niños, ellos mentirán. Si nos observan iracundos, ellos nos imitarán y así sucesivamente. Por esta razón, los seres humanos aprendemos toda clase de perversidades.
Pero lo más importante es aprender a comprender, tolerar y perdonar a los demás. Los padres deben perdonar a sus hijos y estos perdonar a sus padres. Los esposos deben perdonar los errores de sus esposas y viceversa. Para perdonar, es necesario el arrepentimiento. Cuando cometemos un error, debemos reconocer esa equivocación y pedir perdón. No olvidemos que solo se perdona una vez. Eso quiere decir, que si erramos, debe servirnos de experiencia para no volver a repetir. Es absurdo creer, que si nos perdonan una vez, podemos volver a incidir. Errar es de humanos, dice un viejo refrán. Pero seguir en el error, es de necios.
Cuando se pide perdón, y es concedido, se siente un gran alivio, mental y de conciencia. También quien perdona, siente un gran aliciente porque recibió excusas. Por muy lastimados que nos encontremos, cuando nos piden perdón por una falta, nos sentimos impotentes y algo, en lo más profundo de nuestra conciencia, nos induce a perdonar.
La Iglesia Católica, instituyó el Sacramento de la Confesión y el Arrepentimiento. No importa que sea otra persona quien escuche nuestra falta, lo importante es recibir perdón.        

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