La
lucha estéril contra el Quimbo
Santiago
Villarreal Cuéllar
Construir una represa sobre un
río europeo, canadiense o estadounidense, es impensable hoy en día. A nadie se
le ocurre represar el río Danubio, que atraviesa media Europa, o hacer otra hidroeléctrica
en el Cañón Colorado, en los Estados Unidos. Por esa razón, las multinacionales
norteamericanas, europeas, chinas y japonesas, buscan países tercermundistas,
como el nuestro, para tergiversar el curso de nuestros preciosos ríos y
producir energía eléctrica a bajo precio. Claro que a nosotros nos la venden
bien cara. Colombia tiene las tarifas más costosas por kilovatio de
electricidad, junto a República Dominicana y Nicaragua. Teniendo en cuenta que
la mayoría de nuestras empresas que venden energía son públicas. El Estado colombiano
tiene el monopolio de ese lucrativo negocio.
Hacer hidroeléctricas se volvió
una moda en latino-América. El negocio no tiene barreras ideológicas ni
políticas. En Venezuela, bajo el gobierno de Hugo Chávez, se construyeron
cuatro, dos estatales y dos por multinacionales chinas. En el Ecuador de Rafael
Correa, autor del libro “La Noche Negra del Neo-liberalismo,” han construido
cuatro y actualmente se adelantan dos más. Todas concedidas a multinacionales
europeas y chinas. Bajo el mandato de Luis Ignacio Lula D’Silva, Brasil
inauguró seis gigantescas hidroeléctricas. Derechistas, izquierdistas y
centristas, les importa un bledo el medio ambiente, la idiosincrasia de sus
pueblos y expiden concesiones a diestra y siniestra a multinacionales mineras y
productoras de energía.
Quienes nos opusimos a la
construcción del Quimbo, fuimos derrotados por un gobierno pusilánime y
arrodillado. Desafortunadamente, tampoco hubo coherencia de parte de los
opositores. La mayoría de poseedores y propietarios de pequeños minifundios,
dedicados a la producción agropecuaria, centraron su lucha para inflar el
precio de sus tierras. Ellos no valoraron, ni los arduos años de lucha para
poseer ese terruño, ni el trauma psicológico que causa la transición a otro
lugar. Otros llegaron para enarbolar
banderas políticas y engrosar sus huestes electoreras. Quienes sentamos
argumentos relacionados con el medio ambiente, factores arqueológicos,
antropológicos, culturales y sociales, fuimos la minoría y por ende
incomprendidos.
No obstante, se han escuchado
voces serias como la del Reverendo Padre Jaime Tovar Ramírez. Voz espiritual,
voz de la Iglesia, vocero de un pueblo que observa impotente, cómo su terruño
será sepultado por las aguas del río más importante del país. Curiosamente, el
senador Hernán Andrade Serrano ha reclamado, el porqué el pueblo no se opuso a
ese proyecto. ¿Porqué él no lideró esa oposición en su debido momento?
Mientras la lucha contra el
Quimbo fue estéril, ingenieros de las multinacionales dirigen su mirada al
sitio llamado Pericongo, donde proyectan otra hidroeléctrica.
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