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12/16/2011

EL LEGADO DE DON GUILLERMO CANO



Por: Santiago Villarreal Cuéllar

 “Que callen los periódicos,” decía el titular de un editorial del diario El Tiempo, publicado a principios del año 1982, donde solicitaba al director de El Espectador, don Guillermo Cano, ser más prudente sobre las denuncias hechas con relación al escándalo del Grupo Gran-colombiano. A finales del año 1981 y principios del 82, El Espectador denunció los robos realizados a ese grupo, entre ellos al desaparecido Banco Nacional, por su presidente Jaime Michelsen Uribe. La olla podrida se destapó y a la cárcel fueron a parar los ladrones de cuello blanco. Como consecuencia de las denuncias, varios monopolios económicos le quitaron la publicidad al Espectador, en lo que se denominó el estrangulamiento económico. Pero su director y propietario Guillermo Cano Izaza, nunca se dejó doblegar.
En el año 1984, este valiente periodista empezó a denunciar el ingreso de los llamados “dineros calientes,” no solo a las campañas políticas, sino en diferentes esferas sociales y económicas del país. El cartel de Medellín dirigido por los señores Pablo Escobar Gaviria y Gonzalo Rodríguez Gacha, jamás le perdonaron semejante atrevimiento, y en la noche del 17 de diciembre de 1986 lo asesinaron en Bogotá. Después de su trágica desaparición, las instalaciones del periódico fueron dinamitadas. Sumado al estrangulamiento económico que venía de tiempo atrás, el diario se cerró durante algunos años. Pero como el Ave Fénix, nuevamente surgió de las cenizas y hoy continúa circulando.
Veinticinco años después, el legado de don Guillermo Cano sigue vigente. No solo para los periodistas sino para toda la sociedad. El nos enseñó los valores éticos y morales que una persona debe tener, pero además, el valor civil de denunciar, sin cobardía, sin contemplaciones y sin importar que tan encumbrado sea el personaje que cometa el delito. Pagó con su vida el valor y el carácter que siempre lo identificó, pero su ejemplo debe servirnos de modelo para imitarlo cuando observemos actos de corrupción, u otros aspectos que no encajen dentro de la legalidad.       
             

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