Santiago Villarreal Cuéllar
Como lo anticipó Nueva Era en sus dos artículos: Subestimando a los locos ('http://nuevaera66.blogspot.com/2016/08/subestimando-los-locos.htm) y Donald Trump a las puertas de la Casa Blanca ('http://nuevaera66.blogspot.com/2016/11/donald-trump-las-puertas-de-la-casa.html), el candidato republicano ganó la confianza del electorado estadounidense, y el histórico martes 8 de noviembre de 2016, fue elegido presidente de los Estados Unidos.
Muchos se
preguntarán: ¿Por qué los grandes medios de comunicación del mundo occidental y
las grandes corporaciones, no querían que este magnate de la construcción
ganara la primera magistratura de la potencia del Norte? La respuesta es
sencilla: Trump representa otra amenaza muy seria para los planes
expansionistas del gobierno invisible, liderado por los propios Estados Unidos,
la Unión Europea, Israel, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional,
la Organización Mundial del Comercio, en lo que se conoce como la globalización
mundial.
Desde la llegada
del presidente venezolano Hugo Chávez Frías al poder en 1999, el nuevo orden
sufrió la primera estocada. A la Venezuela socialista, se sumó posteriormente
Néstor Kirchner en la Argentina, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en el
Ecuador, Luis Ignacio Lula en Brasil, Tabaré Vázquez y Pepe Mujica en Uruguay,
Fernando Lugo en el Paraguay, Daniel Ortega en Nicaragua, y Manuel Zelaya en
Honduras. Todos estos mandatarios constituyeron una amenaza al nuevo orden y
detuvieron el avance expansionista del modelo económico neo-liberal en esta
parte del hemisferio occidental.
El movimiento podemos en España, también constituye
una nueva alternativa para frenar el modelo ultra-capitalista dominante. El frente nacional de Marine Le Pen en
Francia, es otra barrera que muy pronto logrará hacerse con el poder en el país
galo. Y la salida del Reino Unido de la Unión Europea, también es un duro golpe
al nuevo orden, manipulado por el gobierno invisible que pretende dominar
política y económicamente al mundo.
Tanto la extrema
izquierda como la extrema derecha, son enemigas incondicionales de ese nuevo
orden, y Trump representa esa ala derechista que se opondrá a los tratados de
libre comercio, a las guerras invasoras, y al sucio negocio de la guerra que
destruye al mundo derramando la sangre de inocentes, o gentiles como lo llaman
los promotores de ese extraño y maléfico nuevo orden. Derramar sangre es para
ellos un rito del demiurgo (demonio), una ceremonia satánica, una venganza
contra quienes no hacen parte de esas logias secretas que dominan el mundo.
Donald Trump, sí constituirá
una nueva amenaza para esa logia dominante, y al ostentar el poder de una de
las grandes potencias del mundo, causará un enorme desequilibrio sobre el
castillo del nuevo orden que comienza a crujir, amenazando con resquebrajarse. No obstante, el poderoso gobierno invisible no
se rendirá y recurrirá a cualquier plan maléfico para detener su estrepitosa
caída.
El nuevo presidente
de los Estados Unidos, tendrá que tomar medidas de seguridad extremas para
evitar que ese poderoso enemigo, atente contra su vida, para así tratar de
detener su lenta agonía.
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