Santiago Villarreal Cuéllar
Una de las particularidades de las religiones
monoteístas (judaísmo, cristianismo e islamismo) es su origen machista, cuya
figura es masculina. El Dios hebrero es hombre, y su máxima creación: Adán, es
masculina. De la costilla de ese primer hombre salió la mujer. El cristianismo
se forma partiendo de la recopilación de libros (biblia) cuyo principio es el
Antiguo Testamento y termina con el Nuevo, donde entra en escena el hijo de
Dios: Jesucristo. También hombre, cuya concepción fue nada menos que obra del
Espíritu Santo, también con imagen masculina. La religión islámica, creada por
el varón Mahoma, también tiene como premisa al Dios Alá, figuración masculina.
En la historia del cristianismo son muchos los
hombres que manifiestan haber sido inspirados por Jesús, quien resucitó y
regresará, según los evangelios. En la Iglesia Católica Romana nadie se ha
atrevido a decir que Jesús ya llegó, o haya reencarnado en su cuerpo. La
Iglesia Ortodoxa tampoco tiene dentro de sus líderes nadie que se atreva a
manifestar tamaña mentira. Fue después de la Reforma de Martín Lutero (1517)
cuando comenzaron los profetas protestantes a recibir el Espíritu Santo, hablar
en lenguas y hasta afirmar algunos ser la personificación del mismo Jesucristo.
El estadounidense José Smith (1805-1844), fundador de los mormones, se atrevió a presentar
unas láminas, afirmando ser el depositario de la continuación de la revelación
de los evangelios. Más atrevido fue el portorriqueño José Luis de Jesús
Miranda (1946-2013), fundador de la Iglesia Creciendo en Gracia (1986) que en pleno siglo
XX afirmó ser la reencarnación de Jesucristo, no obstante ostentar lujos
extravagantes y andar rodeado de escoltas.
Pero en China, país no muy fácil para la irrupción
del cristianismo, surgió en la década del noventa una secta denominada Iglesia
de Dios Todopoderoso, cuyo líder fue un profesor de física llamado Zhao
Weishan, quien afirmó ser la reencarnación de Jesucristo. No obstante, unos
años después cambió su postura teológica, diciendo que él ya no reencarnaba a
Jesús, sino que era una mujer. Se trata de una humilde campesina del norte de
China llamada Yang Xiangbin. El libro fundamental del culto, al que llaman
"evangelio" o "santa biblia" se denomina "La Palabra
manifestada en la piel" y, de acuerdo a los seguidores, fue escrito de
puño y letra por la versión china y femenina de Jesucristo. Las iglesias
cristianas fundamentalistas seguramente deben molestarse por semejante herejía,
pues sus teólogos aguardan un día la segunda venida de Jesús, y seguramente no esperarán
que llegue a la China, y menos que se presente en cuerpo de mujer.
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